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El Papa Francisco denunció el lunes el uso de la pena de muerte por parte de las autoridades iraníes para sofocar las protestas antigubernamentales en todo el país.
También comparó la oposición del Vaticano a la pena de muerte con su oposición al aborto, argumentando que ambas constituyen violaciones del derecho fundamental a la vida.
Los comentarios del Papa son sus primeros comentarios públicos contra el gobierno iraní por su represión de las protestas, según Associated Press, en su discurso anual a los diplomáticos acreditados ante el Vaticano.
Dijo: “El derecho a la vida también está amenazado en aquellos lugares donde se sigue imponiendo la pena de muerte, como es el caso en estos días en Irán, tras las recientes manifestaciones que exigen un mayor respeto por la dignidad de la mujer.
“La pena de muerte no puede emplearse para una pretendida justicia de Estado, ya que no constituye un elemento disuasorio ni hace justicia a las víctimas, sino que sólo alimenta la sed de venganza”.
Francisco, que ha cambiado la doctrina de la Iglesia sobre la pena de muerte, dijo que es “siempre inadmisible, ya que atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”.
Hasta ahora, el Papa se había cuidado de no criticar al gobierno iraní, en su intento de reforzar las relaciones entre el Vaticano y el mundo chií.
Teherán ha ejecutado a cuatro manifestantes desde que en septiembre estallaran furiosas manifestaciones encabezadas por mujeres tras la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, bajo custodia policial en Teherán. Estaba detenida por violar el estricto código de vestimenta de la República Islámica.
Dos hombres -identificados como Mohammad Mehdi Karami y Mohammad Hosseini- fueron ahorcados el sábado tras ser condenados por el Tribunal Supremo iraní, y otros tres fueron condenados a muerte el lunes.
Según la agencia de noticias del poder judicial iraní Mizan, los dos hombres ejecutados el sábado fueron declarados culpables de asesinar a Ruhollah Ajamian, miembro de la fuerza de voluntarios Basij de la Guardia Revolucionaria iraní, en la ciudad de Karaj, a las afueras de Teherán, el 3 de noviembre.
Al menos 517 manifestantes han muerto desde el inicio de las protestas, según Human Rights Activists in Iran, grupo que sigue de cerca los disturbios.
Las autoridades iraníes han cifrado en 300 el número de muertos.
Las ejecuciones fueron condenadas por los gobiernos occidentales, incluido el Reino Unido, que pidió a Teherán que “ponga fin inmediatamente a la violencia contra su propio pueblo”. “El Reino Unido se opone firmemente a la pena de muerte en cualquier circunstancia”, declaró el ministro británico de Asuntos Exteriores, James Cleverly.
Naciones Unidas instó a Irán a detener todas las ejecuciones, afirmando que era escandaloso que Teherán siguiera ahorcando a manifestantes a pesar del clamor internacional. “Deploramos la ejecución de otros dos manifestantes (…) tras juicios injustos basados en confesiones forzadas”, dijo en un comunicado.
Información adicional de las agencias
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