En cierto modo, ésta fue una victoria para el hombre, pero no para la idea. No fue la típica actuación de Louis van Gaal. Por primera vez en este Mundial y sólo por segunda desde que Van Gaal aceptó una tercera etapa en el cargo, Holanda terminó un partido sin dominar el balón. Incluso cuando tenía una ventaja que proteger contra un competitivo y combativo Estados Unidos en la primera eliminatoria de octavos de final de este Mundial, tuvo dificultades para conservar lo que tenía y terminar el partido con seguridad, de la manera a la que Van Gaal tiene acostumbrados a los espectadores.
Por otra parte, fue la idea la que le llevó a esa posición. Y una vez allí, parecía sentirse muy cómodo. Holanda se adelantó en el marcador y ya no lo abandonó, gracias al mejor gol de equipo que se ha visto en este torneo hasta la fecha, el gol con el que, podría decirse, siempre ha amenazado la carrera de 36 años como entrenador de Aloysius Paulus Maria van Gaal. Luego, siempre se mantuvo un paso por delante del equipo de Gregg Berhalter’con un plan de juego que difícilmente podría haber sido más diferente.
Primero, el gol. A los once minutos, ahí estaba: comenzando en su propia área, con Frenkie de Jong cayendo entre sus centrales, quitándole el balón a su portero, pasándoselo a sus compañeros cercanos, ofreciéndose al espacio si se encontraban en el más mínimo aprieto. Es el papel en el que el más indefinible de los centrocampistas cree que se encuentra mejor, porque es desde esa posición, la más insospechada, desde la que puede sentar las bases de cosas bellas. ¿De qué otra forma se puede describir el primer gol?
Empezó despacio, pero fue in crescendo una vez que De Jong dirigió la jugada preparatoria y permitió que el balón se colara por la izquierda. El ritmo se aceleró, de Blind a Memphis, de Marten De Roon a Davy Klaasen, esta ráfaga de intercambios eliminó a un centro del campo de Estados Unidos que había superado las expectativas en este torneo hasta ese momento. Cody Gakpo, todavía a unos 45 metros de la portería, pareció brevemente tentado de intentar marcar por cuarto partido consecutivo, pero cuando Holanda se encuentra en medio de una jugada como ésta, cualquier impulso individual queda sofocado por el bien del colectivo.
Si necesitaban alguna prueba más de que no se trataba simplemente de 11 de los mejores jugadores holandeses reunidos al azar, sino de un cerebro naranja en plena efervescencia, vean cómo Denzel Dumfries no cruzaba al área penal, sino al borde de ella, donde Memphis había aguantado inteligentemente su carrera para salir libre de marca y al espacio. Sabía que estaría allí. Toda la jugada, que comenzó en el borde de un área y terminó en la otra, consistió en 21 pases perfectamente sincronizados y equilibrados.
Ahora, Holanda fue capaz de mostrar otra faceta de su juego, una que puede llevarle más lejos en Qatar que los principios del fútbol total de antaño. Con la amenaza de los movimientos sin balón de Memphis y las carreras por detrás de Gakpo, Van Gaal demostró sus dotes para el contraataque. La pareja se combinó en una rápida transición al final de la primera parte, en la que Gakpo dominó a Walker Zimmerman y, por poco, no encontró a Memphis. En el saque de banda holandés, Daley Blind marcó el segundo.
Este estilo rápido y fluido de Van Gaal no es del todo nuevo, para ser justos, y no es una configuración diferente a la empleada durante la fase final de 2014, camino de las semifinales. Sin embargo, hubo momentos, sobre todo al final de la primera parte, en los que había que recordar cuál de los dos equipos era el de Van Gaal. Estados Unidos destacaba por sus largos periodos de posesión segura y pedestre, sin ningún atisbo de cómo utilizarla una vez que entraban en el último tercio. Mientras presionaban para volver a meterse en la contienda, fue revelador que su gol no viniera de ninguna secuencia de juego deliberada y coordinada, sino de un centro de Christian Pulisic que se desvió en el tacón de Haji Wright. Esa breve esperanza de remontada duró cinco minutos, extinguida por el tanto definitivo de Dumfries.
Berhalter saldrá de este torneo con más aspectos positivos de los que muchos predijeron, después de haber realizado un duro trabajo en la fase de clasificación. Su defensa, hasta este momento,ha estado sólido. Tyler Adams ha sido uno de los centrocampistas de contención más impresionantes del torneo. Su mayor debilidad, la falta de potencia de fuego, está más clara que el agua y podría solucionarse antes de 2026, sobre todo si la incipiente carrera de Barron Trump como gran número 9 con un buen toque de balón para un hombre grande llega a buen puerto antes de esa fecha. Los estadounidenses están al caer, pero antes tienen que volver a casa, gracias a un equipo de Van Gaal capaz de nuevos y viejos trucos.
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