Saúl “ Canelo” Álvarez es un ídolo de la lucha mexicana y el sábado, ante cerca de 50.000 aficionados, regresa a su querida patria para defender sus cuatro títulos mundiales.
Álvarez no ha peleado en México desde 2011, y su devoto rebaño ha observado a distancia cómo su boxeador elegido se ha convertido en la atracción número 1 del mundo. Canelo es el mejor boxeador del mundo en su peso y también el hombre con las mejores cifras de pago por visión. Álvarez es una máquina, una máquina de boxear.
En la esquina opuesta, en el Estadio Akron de Guadalajara a finales de esta semana, estará John Ryder, de Islington, un experimentado profesional con un cobertizo repleto de diferentes cinturones de títulos. Ryder será el séptimo boxeador británico que se enfrente a Álvarez. Será el 63º combate de Álvarez, un récord que empezó a construir cuando sólo tenía 15 años, un chaval que peleaba por cacahuetes en un circuito ahora perdido en el tiempo. Ahora tiene 32 años.
Ryder se aseguró el combate en México cuando obligó a Zach Parker a abandonar el pasado noviembre en sólo cuatro asaltos de su pelea por el título mundial interino; Ryder simplemente sabía demasiado esa noche para el gran favorito de las apuestas. Ryder es un púgil muy bueno, sólo que no es un púgil muy de moda. El verdadero premio de la victoria aquella noche junto al Támesis, en el O2, fue siempre algo más que la baratija interina; el premio era Canelo, exótico tanto en nombre como en números, y una pelea en México por un dinero que le cambiaría la vida. Ryder obviamente cree que puede ganar, el dinero es sólo un extra.
Será un carnaval de boxeo toda la semana en Guadalajara, y la pelea estará rodeada de ruido y de los fans de Canelo. Viajan por miles a sus grandes combates en Texas, Las Vegas y Nueva York. Llevan serenata a su boxeador cuando cantan su hipnótico himno personal antes de las presentaciones, llorando mientras gritan la letra. Esta pelea es una vuelta a casa no oficial en una fiesta mexicana, una fiesta nacional para celebrar una victoria en el campo de batalla; será un día y una noche febriles, y escribirán canciones sobre la noche durante mucho, mucho tiempo.
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