En una de las ciudades más ricas del mundo, Knightsbridge, en Londres, destaca. Junto al oasis de Hyde Park, la antigua ostentación de Harrods se mezcla con los salones de exposición de superdeportivos y las tiendas de ropa de precio desorbitado. En este céntrico barrio de la capital inglesa, los relojes de oro adornan los escaparates de varios puntos de venta de Rolex, situados a escasos metros entre sí.
Contemplando todos estos indicadores de riqueza, Oliver Bullough, periodista que escribe sobre delitos económicos, aborda el tema del problema del dinero negro en el Reino Unido. “Gran Bretaña es una máquina de recibir riqueza, de esconderla, de protegerla, de administrarla y de masajearla”, dice.
Es un juicio condenatorio, pero que Bullough, como autor de Moneyland, un bestseller sobre la corrupción mundial, está bien posicionado para emitirlo. En su último libro, Butler to the World: How Britain Became the Servant of Tycoons, Tax Dodgers, Kleptocrats and CriminalsBullough examina cómo el Reino Unido se ha convertido en un país de ganancias ilícitas y por qué los británicos deberían tomar nota. Durante demasiado tiempo, el país se ha beneficiado del servicio de ese dinero, a pesar del daño que causa al tejido de la sociedad británica y a las naciones de las que se saquea el dinero, argumenta.
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