La caída de la libra esterlina a un mínimo histórico frente al dólar ha suscitado la preocupación de la prensa internacional.
España El País afirma que los recortes fiscales y las ayudas financieras anunciadas por el Gobierno de Liz Truss indican que se avecina “un nivel de endeudamiento que los mercados consideran insostenible”.
El informe decía que los mercados “contaban con una posible reunión extraordinaria del comité de dirección del Banco de Inglaterra para evaluar nuevas subidas de tipos”. La anticipación de una reunión del banco revirtió la caída del lunes.
Bloomberg News en EE.UU. informó de que algunos turistas británicos ya estaban cobrando menos de un dólar por libra, a pesar de que la libra esterlina no alcanzaba la paridad con el billete verde ni siquiera en su nivel más bajo.
The Australian Financial Review dijo que la caída de la libra esterlina había “encendido el caos de las divisas” y citó a los operadores offshore de Macquarie Group, con sede en Sydney, diciendo que “el nuevo gobierno del Reino Unido ha ido claramente demasiado lejos esta vez, lo que es un espectáculo extremadamente raro para un mercado desarrollado”.
The Wall Street Journal encabezaba su página web con el titular “La libra alcanza un mínimo histórico frente al dólar”. Una segunda noticia destacada en el sitio decía a los lectores que los bonos del Estado británicos a cinco años ahora rinden más que Italia o Grecia, dos de los miembros más débiles de la eurozona debido a sus altos niveles de deuda.
The New York Times también se ha hecho eco de la caída de la libra. El sitio de noticias, que es el que más suscriptores digitales tiene en lengua inglesa, dijo que la libra se desplomó porque “los inversores temen que los recortes fiscales británicos estimulen en exceso la economía del país”.
En un artículo sobre la debilidad de las divisas europeas frente al dólar, el alemán Frankfurter Allemeiner Zeitung, señalaba que la libra esterlina se encontraba en su nivel más bajo de la historia.
El periódico señalaba que, si bien la caída encarecerá las importaciones de productos estadounidenses en Europa, los productos británicos y europeos “se están abaratando en el resto del mundo, lo que debería tener un efecto positivo en las empresas locales y sus ventas”.
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