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La tasa de inflación británica se ha disparado hasta un nuevo máximo de 40 años, lo que ha aumentado la presión sobre los hogares que luchan contra la crisis del coste de la vida.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) subió al 10,1% en los 12 meses hasta julio, frente al 9,4% de junio, y se mantiene en el nivel más alto desde 1982, según la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS).
La tasa de inflación de julio es más alta que la cifra del 9,8% esperada por la mayoría de los economistas y representa un nuevo recorte en los bolsillos de los ciudadanos.
Según el Banco de Inglaterra, se espera que la inflación alcance su punto máximo a finales de este año, el 13,3 por ciento, y que lleve al Reino Unido a una recesión.
La subida se producirá cuando el tope del precio de la energía -que regula lo que pagan más de 20 millones de hogares por su gas y electricidad- aumente en octubre. Según las últimas previsiones, el tope alcanzará unas 3.635 libras. Se trata de un aumento del 84% respecto al tope de precios actual, que ya es récord.
Samuel Tombs, economista jefe para el Reino Unido de Pantheon Macroeconomics, dijo que los precios de los carburantes subieron un 3% intermensual en julio, lo que contribuirá a impulsar la inflación.
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