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Tl oligarca me dirigió una mirada furiosa. “Dice que soy ‘amigo íntimo de Vladimir Putin'”, dijo, refiriéndose a un artículo de uno de los principales periódicos del mundo. Nos conocimos en una fiesta, le dije que escribía para un periódico de Londres y me soltó.
El artículo no trataba de él, sino de otra persona. En medio de las 2.000 palabras, sin embargo, estaba la referencia de pasada a su supuesta amistad con Putin. Insistió en que el escritor se equivocaba y que no pertenecía al círculo íntimo del presidente ruso.
Era cierto que como magnate minero se había beneficiado del régimen ruso. Pero eso, insistió, era todo, en ningún caso era amigo de Putin. Aunque la mención era casual, no podía dejarla pasar, sin embargo. Le habían avisado de que esa descripción sería señalada a la atención de los administradores de las sanciones. De alguna manera, debía conseguir que se corrigiera y se eliminara. Mejor aún, el periódico debería disculparse por su error.
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