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Casa del Dragón, resumen del episodio 2: Los engranajes de la trama comienzan a girar mientras el rey Viserys elige a su nueva novia

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Es una verdad universalmente reconocida, que un hombre soltero en posesión de un reino, debe estar en falta de una esposa. Se demuestra que es cierto, una vez más, en este segundo episodio de La Casa del Dragón. Una vez resuelta -por ahora- la espinosa cuestión de la sucesión del Rey, la atención debe centrarse en qué heredera de edad inapropiada invitará a su alcoba.

Conmocionado

Si se teme que Casa del Dragón pudiera ser una versión aguada de su predecesora, la visión de pequeños cangrejos que se comen vivos a los hombres debería disipar esa preocupación. Esto no es Jane Austen. “¡Las piedras angulares se han convertido en una conflagración, y tú te sientas aquí a vacilar sobre los asuntos de la corte!”, grita Corlys Velaryon (el famoso marino y hombre más rico de Poniente interpretado por Steve Toussaint) en una pequeña reunión del consejo. Su desplante -bastante justo, dado que sus hombres tienen actualmente pinzas que les arrancan los globos oculares- es ilustrativo no sólo de su influencia en la corte, sino de la debilidad del rey Viserys. ¿Te imaginas a Daenerys o incluso a Joffrey permitiendo que un consejero hable así? Y en Poniente, la debilidad genera confusión. La amenaza en las Piedras Angulares -una importante ruta marítima entre las Ciudades Libres y Poniente- proviene de piratas merodeadores que, según los rumores, están financiados por mercaderes y banqueros que intentan debilitar el poder de los Siete Reinos. Es difícil no sospechar, sin embargo, que puede haber un elemento de “whodunit” aún por venir.

En cuanto a la cuestión de la próxima reina: el Rey (Paddy Considine) está aburriendo a Alicent Hightower (Emily Carey), hija de la Mano y mejor amiga de la princesa Rhaenyra (Milly Alcock), hasta las lágrimas con sus ciudades en miniatura. Se trata de un retrato verdaderamente fulminante de la obsesión masculina; el hombre de mediana edad es incapaz de ver que su pretendiente adolescente puede no estar tan interesado en los paisajes urbanos a escala como él. Pero no es sólo Alicent quien husmea en el Rey. El Sr. y la Sra. Velaryon (esta última es la prima de Viserys, Rhaenys, interpretada por Eve Best) están alquilando a su hija de 12 años al afligido viudo. “El reino espera que tomes una nueva esposa tarde o temprano”, declara Rhaenys, “para fortalecer tu línea y producir más herederos”. Pero un paseo por los terrenos del castillo, afortunadamente, no produce chispas. “Te daría muchos hijos”, ofrece esta pequeña muchacha, sólo para que los ojos del Rey se dirijan a la torre donde Alicent, su alternativa marginalmente más apropiada para su edad, está esperando.

El huevo malo

Pero este episodio, después de todo, se titula “El Príncipe Pícaro” y es el Daemon de Matt Smith quien toma el protagonismo en el desenlace. Daemon ha robado el huevo de dragón fosilizado reservado para el pequeño Baelon -el sobrino muerto al que etiquetó como “heredero por un día” en el inicio de la temporada- y lo ha llevado de contrabando a Rocadragón como regalo para su hijo no nacido (y, de momento, no concebido).

“Daemon no tiene límites”, es la sentencia de Otto Hightower (Rhys Ifans), que es licenciado en Rocadragón para suavizar los roces fraternales. Daemon y Otto se enfrentan en un puente neblinoso (con matices reales del regreso de Euron Greyjoy a las Islas del Hierro), pero es necesaria la llegada por sorpresa de la presunta heredera, la princesa Rhaenyra, montada en su dragón Syrax, para romper el empate. “Si quieres ser restaurado como heredero, tendrás que matarme”, le dice a su tío. “Así que hazlo y termina con toda esta molestia”. Naturalmente, como hombre que se enfrenta a un lanzallamas volador de 300 toneladas, Daemon retrocede.

Propuestas Indecentes

De vuelta a casa, en Desembarco del Rey, Viserys se sincera con su única hija (“Me costó darme cuenta de que mi hija se había convertido tan rápidamente en una mujer crecida”), pero esto es quizás sólo una inoculación de no ser, dado que a continuación anuncia inmediatamente su intención de casarse con su mejor amiga, Alicent. Y con ello, Viserys gana una esposa pero se convierte en enemigo de la Casa Velaryon, la única familia capaz de desafiar la supremacía Targaryen. Si Juego de Tronos nos ha enseñado una cosa, es que nunca puedes casarte por amor. Hay que admitir que casarse por un beneficio político conlleva sus propios riesgos; tal vez sea mejor no casarse en absoluto.

Al final del episodio, Corlys hace un pacto con Daemon (¿podría ser Casa del Dragón¿podría ser este el primer acuerdo de trastienda de la Casa del Dragón? Varys y Meñique estarían tan orgullosos!) para encargarse del repugnante personaje enmascarado al que se refieren realmente como “El alimentador de cangrejos”. “Esperar en las Piedras del Paso es una oportunidad para que demuestres tu valía a cualquiera que aún pueda dudar de ella”, le aconseja Corlys al príncipe pícaro. Y con eso, un brillo entra en los ojos de Daemon y ellas ruedas de la trama comienzan a girar en serio.

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