Científicos británicos han desarrollado un nuevo chaleco antibalas capaz de detener las balas que viajan a la velocidad del sonido.
El material podría garantizar la seguridad del personal militar y policial, así como proteger los aviones y las naves espaciales contra los desechos voladores.
El traje protector es ligero y cómodo de llevar, y contiene una proteína que se encuentra en las células humanas. Conocida como talina, se reforma en respuesta a fuerzas externas.
El director del proyecto, el profesor Benjamin Goult, de la Universidad de Kent, explicó: “Cada molécula tiene 13 ‘interruptores’ que pueden desplegarse cuando se aplica una fuerza.
“Estos interruptores vuelven a desplegarse cuando se retira la fuerza, lo que permite la absorción de impactos”.
Su equipo adaptó los extremos de tres de ellas y las unió con agua y un agente gelificante para formar una malla.
Cuando algo golpea, la energía despliega el talín modificado en lugar de convertirse en calor, como ocurre con los materiales existentes, explicó.
En los experimentos, un pistón disparó diminutas partículas de basalto y trozos más grandes de metralla contra una muestra colocada delante de una placa de aluminio.
Incluso a velocidades supersónicas de una milla por segundo -el doble que las balas de las armas de fuego- el gel las detuvo en seco.
Esto abre la puerta a la próxima generación de blindajes antibalas, informa New Scientist.
El profesor Goult dijo: “La talina es el amortiguador natural de las células. Contiene una serie de dominios interruptores binarios que se abren bajo tensión y se repliegan de nuevo cuando ésta disminuye.
“Esta respuesta a la fuerza confiere a la talina sus increíbles propiedades, protegiendo a nuestras células de los efectos de grandes cambios de fuerza”.
El chaleco antibalas actual tiene una cara de cerámica voluminosa con un respaldo de material compuesto reforzado con fibra.
Aunque sirve para detener las balas y los proyectiles, es ineficaz contra la “energía cinética”, que puede causar traumatismos físicos en el cuerpo.
Además, debido a su reducida integridad estructural, suele sufrir daños permanentes tras un impacto, si no se sigue utilizando.
Las alternativas basadas en el talín son un sustituto viable para las tecnologías convencionales existentes.
Según el profesor Goult: “Ofrece una armadura más ligera y duradera que protege al usuario de un espectro más amplio de lesiones, incluidas las provocadas por golpes”.
Los materiales disipadores de energía son necesarios para recoger eficazmente la basura espacial, el polvo y los meteoroides diminutos para la investigación científica.
Pueden atrapar y almacenar proyectiles tras el impacto y ayudar a construir equipos costosos, aumentando la durabilidad y la seguridad de los astronautas.
También podrían sustituir a los aerogeles utilizados en la industria, que son propensos a fundirse debido a los aumentos de temperatura provocados por el impacto de proyectiles.
El equipo trabaja ahora con una empresa para desarrollar el gel como componente de un chaleco antibalas.
Otras proteínas etiquetadas con marcadores pueden unirse a la talina. Los daños podrían identificarse añadiendo proteína fluorescente.
El profesor Goult dijo: “Hay una analogía con los pilotos automáticos en los aviones. Muchos aviones privados no llevan piloto automático”.
El estudio se ha publicado en la web científica bioRxiv.
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