Bace apenas una década, las emisoras de radio italianas eran máquinas del tiempo. En ellas se escuchaban los clásicos de Renato Carosone y Jimmy Fontana, o una balada pop de Tiziano Ferro. Hoy, el panorama musical del país no podría ser más diferente.
Todo empezó con Eurovisión. En 2019, el delegado italiano Mahmood se quedó fuera del primer puesto por poco (para disgusto de sus fans). Había cautivado al público con su canción original “Soldi”, que mezclaba ritmos de hip-hop con guiños a su herencia egipcia. Fue una magnífica réplica a los detractores de la extrema derecha que habían cuestionado la sorprendente victoria del joven de 26 años en Sanremo, el concurso italiano que decide el concursante de Eurovisión de ese año. A pesar de las protestas de figuras como el ex viceprimer ministro Matteo Salvini, Mahmood destacó en la escena mundial, mientras que “Soldi” encabezó las listas de éxitos en cuatro países.
Dos años después, le llegó el turno a Maneskin. Escandaloso y extravagante, el grupo de rock ejercía una presencia escénica volcánica que hacía temblar al mundo entero mucho antes de que empezaran los ensayos. Su canción “Zitti e Buoni” fue un tema de guitarra y cabeza que los convirtió en campeones de Eurovisión el pasado mes de mayo. Menos de un año después, Variety les atribuía el mérito de revivir el rock’n’roll en los Estados Unidos.
Maneskin y Mahmood son sólo dos casos en los que la ruptura de la tradición ha hecho mucho bien a Italia. “La escena musical italiana ha cambiado enormemente en los últimos cinco años”, me dice Nur Al Habash, periodista musical y fundador de Italia Music Export. “Nuestras listas de éxitos solían estar dominadas por leyendas del pop como Laura Pausini o Tiziano Ferro -artistas que empezaron su carrera en los años noventa o incluso antes- y resistieron con éxito las tendencias del mercado durante casi 20 años. Y luego, en cuestión de meses, todos fueron superados por una nueva generación de artistas de rap y trap”. El panorama musical italiano está ahora dominado por estos actos -Sfera Ebbasta, Ghali, Capo Plaza, Rondodasosa, Madame, Anna-, que están llamando la atención en el Reino Unido, Estados Unidos y el resto de Europa. “Si eres un fanático del rock que busca al próximo Maneskin, siento decir que estos chicos son algo único en nuestra escena musical”, dice Al Habash.
El género que más está prosperando en Italia es, sin duda, el rap. Al Habash cita una “cantidad masiva” de actos prometedores con influencia de drill y trap que surgen de todos los rincones de Italia, a menudo incorporando su música con influencias regionales. “Otra buena noticia es que, por fin, una nueva generación de jóvenes artistas femeninas está subiendo al escenario”, dice Al Habash, que es miembro de shesaid.so, una comunidad de mujeres y minorías de género que trabajan en la industria musical. “Dentro de unos años, creo que tendremos una larga lista de impresionantes creadoras de éxitos femeninos”.
A partir de 2021, Italia se encuentra entre los 10 países con mayor cuota musical mundial, enfrentándose a pesos pesados como Estados Unidos, Japón, Canadá y Francia. Al Habash atribuye este repunte a un público más joven que se ha convertido en la mayoría del mercado: “La gente que escucha música, compra discos y asiste a los conciertos es ahora mayoritariamente menor de 30 años”. Mientras tanto, los artistas que antes se limitaban al circuito underground están siendo captados por las grandes discográficas.
“Tras años de dominio de los programas de talentos que proporcionaban a la corriente principal nuevos artistas, se ha producido un cambio de (antiguos) artistas indie/rock que se acercan al mundo de la música pop y la televisión”, dice Anna Zò, directora operativa de Linecheck Music Meeting and Festival de Milán. “La gente de base y con espíritu independiente se ha dado cuenta por fin de que puede ser necesaria la exposición a la corriente principal para llegar a un número suficiente de personas que se ganen la vida decentemente con ello”.
Dice que el cambio al streaming ha ayudado a resolver lo que antes era un enorme problema de piratería en Italia, y que el éxito también se debe a que algunas de las organizaciones más grandes se han dado cuenta de que los equipos de base más amplios suelen desempeñar un papel en el éxito de un artista. “Proporcionan a esos equipos -mánagers, agentes, sellos más pequeños- el dinero que necesitan para hacer que las cosas sucedan, en lugar de fichar a los artistas o dividir los equipos”, afirma. “También hay un montón de nuevos festivales pequeños y medianos que siguen a los más establecidos [with] un enfoque independiente de la música en vivo”.
A la cabeza se encuentran festivales como el Ypsigrock, que se celebra en la pintoresca ciudad medieval de Castelbuono, en Sicilia. Sus organizadores se han acostumbrado a no contratar nunca el mismo acto dos veces, y hasta la fecha han acogido a artistas de otros países como The National, Fat White Family, Bipolar Sunshine, Fontaines DC y Let’s Eat Grandma. Pero de lo que se enorgullecein está promoviendo el talento local con un atractivo internacional. “No es habitual vivir un festival con artistas consagrados, como The National o este año The Flaming Lips, junto a nuevos artistas en un entorno pequeño pero con carácter como el nuestro”, afirma el organizador de Ypsigrock, Vincenzo Barreca. En los últimos años, el festival ha contado con la asistencia de un grupo demográfico más joven, junto con curiosos aficionados a la música internacional. “Los festivales como el nuestro, que tienen una [global] reputación de creadores de tendencias son fundamentales [in introducing local] para los artistas internacionales, los medios de comunicación, la industria y, por supuesto, el público… por lo que los artistas italianos se insertan en un contexto internacional natural”, afirma Gianfranco Raimondo, colega de Barreca.
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Ahora, en 2022, Italia se presenta con una competencia feroz, con no uno, sino dos actos italianos. El dúo Mahmood y Blanco representa al país con su conmovedora balada “Brividi” (“Escalofríos”), mientras que el artista italiano Achille Lauro es el candidato de este año por San Marino. Lauro, ya consolidado en su país, ha demostrado que se aleja de su habitual sonido pop-rock. Titulada “Stripper”, la canción se basa en la voz rockera del cantante, en los riffs y en un estribillo que rinde homenaje a las bandas de música de los años ochenta.
A diferencia del Reino Unido, que suele enviar a completos desconocidos como representantes, Italia sabe lo que hace vibrar al público de Eurovisión. Sus concursantes suelen ser profesionales tanto en las actuaciones en directo como en el estudio de grabación, por no hablar de que ya tienen un ejército de fans dispuestos a animarles. Está claro que hay algo en el San Pellegrino.
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