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Crítica cerrada: La homofobia desentraña una amistad de la infancia en un desgarrador drama nominado al Oscar

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¿Hay algo más triste en la vida de un niño que el momento en que se da cuenta de que tiene que convertirse en hombre? A menudo lo vemos en directo, cuando una especie de inocencia libre se ve corrompida por ideas esencialistas de lo que debe ser un hombre. El deporte es imprescindible. La sensibilidad es un problema. Toca a otro chico por todos los medios, pero sólo si es un golpe machista o una palmada en la espalda. Cualquier otra cosa es sospechosa.

El drama belga de Lukas Dhont Cerrar – nominada a la mejor película internacional en los Oscar de este mes- aprovecha muy bien estos momentos. Vemos a Léo (Eden Dambrine), de 13 años, apartar la cabeza de su mejor amigo Rémi (Gustav De Waele), que la apoya perezosamente en su pecho. Vemos cómo la cama que comparten en las fiestas de pijamas se carga de repente de significado, por lo que Léo duerme en otra parte. Vemos el pánico que aparece en los ojos de Léo cuando un grupo de chicas le pregunta si él y Rémi son pareja.

Léo y Rémi no son pareja en el sentido tradicional de la palabra. Por lo que sabemos, la sexualidad no ha sido un factor en su relación hasta que sus compañeros se lo sugieren. Pero cuando los demás empiezan a proyectarse sobre ellos, insistiendo en que hay algo inusual en su intimidad física y emocional, se crea una fisura entre ambos chicos. Léo se distancia. Rémi se siente confuso y desamparado.

Hay una honestidad brutal en estas primeras escenas de Cerrarque se interpretan con una sutileza desgarradora. Tendemos a pensar en la homofobia a grandes rasgos: carteles de protesta, crueldad institucional, la extrema derecha en los espectáculos de travestis. Pero también se abre camino en los lugares más silenciosos, distorsionando nuestra percepción de las cosas simples y sin sentido. Para Léo, el mero hecho de estar cerca de Rémi durante un periodo de tiempo considerable empieza a poner en marcha los engranajes.

Tristemente, Cerrar empieza a pintar con trazos más amplios a medida que avanza. Hay un giro brusco en su ecuador que parece fríamente calculado, y es algo de lo que la película nunca se recupera del todo. Los efectos visuales de Dhont son potentes y suntuosos, y consigue unas interpretaciones naturalistas y fascinantes de los actores Dambrine y De Waele, pero el tono de la película es muy distinto en ambas mitades. Las miradas silenciosas entre amigos distanciados dan paso a un drama maximalista y a un simbolismo de mano dura, como si el horror cotidiano de crecer necesitara un horror literal para ser cinematográfico.

Dir: Lukas Dhont. Protagonistas: Eden Dambrine, Gustav De Waele, Émilie Dequenne, Léa Drucker, Kevin Janssens. 12A, 104 minutos.

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