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Crítica de Bel-Air: El renacimiento del Príncipe Fresco de Will Smith es un drama inesperadamente seguro y convincente

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Transformar una de las comedias más populares de todos los tiempos en un drama no puede ser una tarea fácil. Pero el guionista y director Morgan Cooper lo hace bien con Bel-Air, una versión actualizada del clásico “pez fuera del agua” que consolidó a Will Smith como talento multidisciplinar hace más de 30 años. Mientras que El Príncipe de Bel-Air contaba la historia de un adolescente negro que pasaba del “barrio a las colinas” a través de la comedia, este reinicio explora los elementos más oscuros que conlleva ese paso. En una época en la que las amenazas a la vida y las oportunidades de los negros estadounidenses se documentan a diario a través de las redes sociales, tiene cierto sentido presentar la misma premisa con una cara más seria, aunque sea un poco menos divertida.

En Bel-Airnuestro protagonista sigue llamándose -como en la serie original- Will Smith. Es un movimiento que tiene sentido para el renacimiento de la historia, pero que resulta ligeramente chocante al no coincidir con el rostro esperado. Ahora lo interpreta el carismático recién llegado Jabari Banks, al que conocemos por primera vez en su casa del oeste de Filadelfia. Lo tiene todo a su favor: es la estrella del equipo de baloncesto del colegio, saca las mejores notas en sus exámenes y parece que va a ir a una universidad de primera. Pronto tendrá su corona, le dice su madre, “en cuanto encuentre el valor para ponérsela”.

Una pelea lo cambia todo. Una refriega con un alborotador del barrio lleva a Will a manejar un arma no registrada y a pasar una noche en la cárcel. Ahora que se ha metido con el líder de una banda, Will tiene una orden de ejecución sobre su cabeza. Cuando su madre (April Parker Jones) ve las formas en que la vida de su hijo podría arruinarse -o terminar- si continúa por un camino tan peligroso, actúa rápidamente, enviando a Will a un viaje de ida a California para vivir con la rica familia de su hermana.

Presentar esta premisa de forma dramática, en lugar de jugar con ella para reírse, es una de las varias formas en que Bel-Air demuestra ser un espacio adecuado para los orígenes cómicos del concepto. Ver el pánico de una madre negra por la seguridad de su hijo resulta familiar por razones de la vida real que están lejos de ser graciosas. “No voy a enterrar a mi hijo”, dice la madre de Will entre lágrimas mientras lo lleva al aeropuerto. “Esto es por su propio bien”.

Un vuelo y un viaje en taxi (con dados colgando del espejo) más tarde, Will llega a la casa de la familia Banks justo cuando están dando una fiesta. Es la oportunidad perfecta para conocer a los primos de Will: Hilary (Coco Jones), influenciadora de alimentos, Ashley (Akira Akbar), entusiasta de la justicia social, y Carlton (Olly Sholotan), trepador social. También está la regia y sabia tía Viv (Cassandra Freeman). Son personajes que consiguen ser refrescantes a la vez que recuerdan la magia de los originales.

Uno de los primeros momentos destacados se produce durante Bel-Aircon un vistazo a la relación de Will con el tío Phil (Adrian Holmes). Aunque los dos se enfrentan, ya que el encanto del oeste de Filadelfia de Will choca con los modales majestuosos de Phil, éste promete darle la mejor oportunidad para un buen futuro, si tan sólo Will lo intenta también. Es un momento conmovedor y sienta las bases de lo que probablemente será una de las relaciones centrales de la serie.

Al igual que su inspiración, Bel-Air utiliza la tensión de ser negro -y, en el caso de Will, también de clase trabajadora- en una sociedad predominantemente blanca y de clase alta para explorar temas trillados pero siempre relevantes: ¿Quién puede decir la “n-palabra”? ¿Cómo mantenerse fiel a uno mismo mientras se adapta a un entorno desconocido? ¿Cómo descubrir quién es realmente “tu gente”? Hay que admitir que las similitudes entre ambas series pueden hacer que los fans que vuelvan a ellas añoren los chistes y el ritmo fácil que ya conocen. Pero los primeros episodios dejan entrever que no seguirá exactamente el mismo camino que su predecesora. La rivalidad entre Will y Carlton va mucho más allá de las burlas entre hermanos del original, mientras que las batallas con las drogas y las inseguridades amenazan con oscuras consecuencias. Incluso sin mirar atrás, Bel-Airhace de ella una serie atractiva por derecho propio.

Bel-Air’ comienza el 14 de febrero en Peacock en Sky y NOW

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