Dir: Sam Raimi. Protagonistas: Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Chiwetel Ejiofor, Xochitl Gomez, Rachel McAdams, Benedict Wong, Michael Stuhlbarg. 12A, 126 minutos.
Siempre había pensado que el atractivo del multiverso residía en su infinita posibilidad. Imagina que el único límite de la existencia es la amplitud de nuestra propia imaginación, que cualquier cosa que podamos conjurar puede estar ahí fuera, naciendo en un universo alternativo. Pues bien, gracias, Marvel, por demostrarme lo equivocado que estaba. Resulta que el punto del multiverso, y de Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, no es su potencial creativo. Son sus cameos. Podrían existir un millón de universos, y todos ellos contendrían apariciones sorpresa de personas y cosas por las que los fans pueden gritar y gritar, antes de ser comprados como juguetes a la salida del cine.
Doctor Strange en el Multiverso de la Locura es, esencialmente, Spider-Man: No Way Home sin toda la nostalgia teñida de rosa o la máquina de carisma de un solo hombre que es Andrew Garfield. Tampoco tiene ni una pizca de la diversión con su concepción central que la de 2018 Spider-Man: Into the Spider-Verse hizo, menos una única secuencia en la que el mágicamente dotado Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) se encuentra dando tumbos a través de portal tras portal, universo tras universo. Hay uno en el que todavía gobiernan los dinosaurios. Uno en el que la gente está hecha de salpicaduras de pintura. Otro que es completamente bidimensional. El público puede saludarles al pasar, antes de que Strange vuelva al mismo escenario de las calles de Nueva York con un poco de CGI extra en el fondo.
Cualquier oportunidad de poner realmente la “locura” en este multiverso se echa a perder por los deseos abarrotados y cruzados de sus tres personajes principales. Strange, que ya ha roto el multiverso una vez en No Way Home, sigue navegando por las mismas luchas con las que ha estado lidiando desde su película en solitario de 2016: sopesar la responsabilidad personal y el riesgo personal. Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), por su parte, se ha transformado por completo en la voluntariosa y trágica “Bruja Escarlata” que descubrió en la serie limitada del año pasado WandaVisionque se emitió en Disney+ (sí, si no has seguido las series de televisión, esta película no te concederá ninguna piedad). No se detendrá ante nada para reunirse con los dos hijos que conjuró con su mente. Una nueva heroína, América Chávez (una simpática Xóchitl Gómez), también ha salido al azar de un portal. Como pronto descubrimos, tiene tendencia a saltar de universo cada vez que se le pone bajo presión.
La película arranca con un gran despliegue de información, pero luego empieza a hundirse más y más bajo el peso de su vasto conocimiento y de los MacGuffins mágicos. Hay dos libros de hechizos muy importantes -uno bueno y otro malo- y una exhaustiva serie de armas, nombres, leyendas y comités. Pero es difícil encontrar mucha alegría en ese nivel de construcción del mundo cuando Multiverso de la locura está dominado por dos sentimientos febriles y caóticos: ver cómo el jefe del MCU, Kevin Feige, trata de sentar las bases de la siguiente fase de sus grandes planes de franquicia y, simultáneamente, intenta atar los cabos sueltos de lo que ha venido antes.
Pero se trata de cabos sueltos estructurales, no emocionales. Mientras que el guionista Michael Waldron desplegó un delicado trabajo de personajes en su reciente serie de televisión del MCU Loki – protagonizada por Tom Hiddleston- aquí es prácticamente un obrero de la construcción, averiguando mecánicamente cómo esta persona puede conectar con aquella, en lugar de permitir que los miedos y deseos individuales guíen a los protagonistas de la película. Strange sigue, por ejemplo, suspirando por Christine Palmer (Rachel McAdams), a pesar de que su personaje ha desaparecido básicamente de la faz del planeta tras su película en solitario. Y no en el sentido literal, de un chasquido por parte de Thanos.
Con la reintroducción de la Jane Foster de Natalie Portman en la próxima Thor: Amor y Trueno, esto realmente parece ser la primera parte de la gira de disculpas de Marvel de “sentimos habernos olvidado de todos los intereses amorosos femeninos”. Pero es difícil construir sobre una relación que en última instancia no ha sido de interés central para Strange. Después de todo, es un tipo que sigue luchando con el hecho de que ayudó a eliminar temporalmente la mitad de la vida para salvar el universo.
Sin embargo, la mayor víctima de Multiverso de la Locuraes la Wanda de Olsen. Un personaje secundario que pasó la mayor parte de su tiempo en la pantalla con nada más que miseria infligida a ella, fuefinalmente se le concedió profundidad y riqueza emocional en WandaVision, sólo para Multiverso la redujera al único rasgo de carácter de “madre desesperada”.
Encarna una extraña suposición de la que el MCU ha sido culpable en repetidas ocasiones: que si se nos ha dado una única oportunidad de establecer un vínculo con un personaje, ese afecto incorporado será suficiente para llevarnos a todas las futuras apariciones contractuales. Y es una pena en particular para la propia Olsen. Sorprendentemente, sigue ofreciendo una actuación tan cruda y honesta como se puede mientras flota delante de una pantalla verde repitiendo la misma variación de “no soy un monstruo, soy una madre” hasta la saciedad.
Con todo esto en mente, la contratación de Sam Raimi se siente casi como una distracción – una inteligente, pero todavía una distracción. Multiverso de la locura nos da lo que muchos fans del MCU han estado pidiendo a gritos: en primer lugar, algo de sangre, gore y violencia de verdad, aunque se haya presentado de la forma más familiar posible. En segundo lugar, un poco más de brillo y color. Raimi es el director ideal para ofrecer ambas cosas. El Raimi que conocemos de la trilogía de Evil Dead y Arrástrame al infierno nos trae ojos arrancados, engendros resucitados y ángulos de cámara temblorosos y demoníacos. El Raimi que dirigió la trilogía original de Spider-Man nos ofrece un puñado de secuencias que parecen haber sido arrancadas de las páginas de un cómic. Se deleitan con las heroicidades seriamente tontas de los superhéroes de corazón puro.
Pero Multiverso de la locura es, inevitablemente, una película de Raimi sólo en la estética – un poco como si mimaras a una rata de alcantarilla, le pusieras un lazo rosa en la cabeza y la vendieras como un chihuahua.
‘Doctor Strange in the Multiverse of Madness’ llega a los cines del Reino Unido a partir del 5 de mayo
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