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Crítica de Good Grief with Reverend Richard Coles: El tesoro nacional se adentra en un improbable viaje de duelo

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El Reverendo Richard Coles – vicario, copresentador del programa de la BBC Radio 4 Saturday Live, autor, ganador de Celebrity MasterChefy antiguo teclista de la sensación del pop de los años 80, The Communards, se ha convertido, a su manera suave y modesta, en una especie de tesoro nacional. ¿Puede ser realmente tan abrumadoramente amable como parece? No tengo motivos para dudar de ello, y su infinita empatía es una de las muchas cualidades que hacen de él una figura tan popular entre el público en general, y, uno imagina, el Dios al que sirve con tanta distinción.

Ciertamente hay mucha empatía alrededor – y requerida – en Good Griefun documental inusual que aborda el terrible y todavía ligeramente tabú tema del duelo. Coles perdió a su pareja durante 12 años, David Oldham, por culpa del alcoholismo poco antes de la Navidad de 2019, pero aquí no se profundiza en los detalles. En su lugar, Coles nos lleva a lo que él llama su “viaje de duelo”. Durante sus numerosos encuentros con consejeros y personas que todavía están procesando una pérdida profunda que cambia la vida, encuentra su “carga” -una palabra peyorativa pero útil- aligerada por la experiencia de hablar las cosas y compartir el dolor. Le encanta, por ejemplo, que un terapeuta estadounidense bastante directo le diga, a la manera de un evangelista comercial de la televisión de los años 80, que el viejo adagio de que “el tiempo cura” es “simplemente una tontería”. Una señora de un estudio de “yoga de la risa” le ayuda a convencerle de que las famosas “cinco etapas del duelo” son un “concepto erróneo”. Se ríe con otras viudas que comparten divertidas anécdotas basadas en el dolor; una de ellas le dice que debería valorar su tiempo en el duelo temprano porque “nadie volverá a ser tan amable contigo”. Ese tipo de cosas.

No es difícil sentir por Coles su pérdida, pero su viaje personal hace tantas “paradas” que también te deja un poco mareado. Es casi como si Channel 4 hubiera decidido que la mejor manera de ayudar a Coles y a cualquier otra persona que busque consuelo un lunes por la noche frente a la tele, es distraer a todos los interesados con un itinerario tan repleto que no te quede mucho tiempo para la introspección, porque si no perderías el siguiente vuelo. Así pues, nos unimos al párroco favorito de la nación mientras realiza experiencias especialmente orientadas al duelo, como el paracaidismo en Milton Keynes, el surf en Bristol, la asistencia a un retiro para viudas en la isla de Bute, el abrazo a un perezoso en Honduras, un “crucero del duelo” por el Caribe, la charla con alpacas en los Cotswolds y, lo más improbable de todo, el “boxeo del duelo” en Wellingborough. Es una especie de tratamiento de “La vuelta al mundo en 80 días” y, a veces, bastante aleatorio. Llegué a la conclusión de que casi cualquier acontecimiento que implicara la interacción humana con otros dolientes podía adaptarse y convertirse en una forma de terapia, incluyendo desde una concentración de autobuses de época hasta una pelea ilegal de perros.

Coles es una persona tan evidentemente cálida y encantadora que estamos de su lado cuando le atan como una morsa en una piel de salchicha y se sumerge en el Canal de Bristol en un febrero helado. Puedo creer que esto le ayudó a estimular las endorfinas y a ampliar sus experiencias vitales, al igual que David le hizo salir de su zona de confort. Sin embargo, al ser un tipo reservado, los breves fragmentos de Coles ante la cámara no revelaron mucho sobre sus sentimientos internos, como él mismo admite. Habría agradecido un poco más de reflexión sobre su vida con David, y un poco menos de diario de viaje, para ser honesto. Como digo, quizá Coles, a pesar de su vocación, no tenía mucho que decir, o no había tiempo, con tantas aventuras que contar.

La gente de la edad de Coles, unos 60 años, está entrando en la fase de la vida en la que los padres, los hermanos mayores, las parejas y los amigos de toda la vida empiezan a desaparecer. Se asiste a más funerales que a conciertos de Communards, y se pasa demasiado tiempo sintiéndose impotente y reflexionando sobre nada más que el título de la portada del gran éxito de la banda en 1986, “Don’t Leave Me This Way”. Esperemos y recemos para que su reverencia permanezca y nos consuele durante un tiempo más. Coles es lo más parecido que tienen los británicos a un párroco nacional, y hay que cuidarlo.

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