Rivalizando con la masa madre y el pavor perpetuo como el efecto secundario más agotador de la primera pandemia, El Rey Tigre era el aceite de serpiente de Netflix. Con un envoltorio de prestigio de crimen real, la exitosa docuserie era un moderno Jerry Springer Showconstruido sobre las espaldas explotadas de excéntricos y criminales en los márgenes de la sociedad. Por suerte, todo el mundo se hartó de ella. Su secuela, Tiger King 2se hundió sin dejar rastro el pasado noviembre. Es de esperar que esta dramatización de ocho partes, hipnóticamente inútil, siga el mismo camino.
El Rey Tigre exploraba la saga más extraña que la ficción de Joe Exotic y Carole Baskin, flamantes rivales en el mundo de los grandes felinos. Era una historia tan antigua como el tiempo: el hombre con el pelo maltratado y una jaula llena de tigres es acusado de abusar de ellos por un activista de los derechos de los animales, el hombre contrata a unos asesinos para eliminar al activista, el hombre va a la cárcel y el activista sigue Dancing with the Stars. Los detalles eran escabrosos y sombríos, con Exotic y Baskin unidos por historias traumáticas y cónyuges fallecidos, y el programa lo trataba todo como la atracción de feria más deprimente del mundo. Baskin acabaría intentando demandar a Netflix, alegando que había sido traicionada ya que la serie insinuaba que había asesinado potencialmente a su antiguo marido y se lo había dado de comer a sus grandes gatos.
Dos años después de la serie de Netflix tenemos Joe vs Caroleuna dramatización de la accidentada historia de la pareja protagonizada por John Cameron Mitchell y Saturday Night Live Kate McKinnon. Llega en medio de una avalancha de docudramas arrancados de los titulares que pretenden volver a enredar las historias más conocidas, desde Inventando a Anna y Pam & Tommy a The Dropout, sobre la desgraciada niña prodigio de la sanidad Elizabeth Holmes. Como los anteriores, Joe contra Carole intenta adoptar un enfoque más matizado de las caricaturas de la cultura pop, pero le cuesta alinear sus ambiciones con su contenido.
No está seguro de si quiere ser un retrato sensible del trauma o un sketch de comedia, Joe contra Carole decide ser ambas cosas. Deja que las metáforas que inducen a la risa hagan el trabajo pesado y dramatiza el horror del mundo real con un brillo de neón y de vídeo pop. Un punto especialmente bajo se produce al principio, cuando Carole describe la fuerza de sus amigos peludos – “Los gatos empiezan siendo tan inocentes”, dice, “pero encuentran la manera de sobrevivir”- junto con un montaje de su violación en la adolescencia y su posterior estancia en la calle. A medida que avanza, el espectáculo oscila entre el dramatismo de mal gusto y la comedia descabellada. Mitchell consigue la manía y el patetismo de un personaje complicado, mientras que McKinnon es fuerte en su mayor parte, pero los momentos más disparatados de Carole -su incapacidad para usar un teléfono, o su lucha por conseguir una frase pegadiza- tienen el tufillo de una mala improvisación.
Sin embargo, la serie no tiene claro por qué tiene que existir. Rey TigreEl atractivo de Tiger King -aunque equivocado- era su proximidad a la realidad y la emoción voyeurista de ver una historia enrevesada e innegablemente disparatada. Joe contra Carole se limita a fotocopiarla, dando como resultado algo que no es ni esclarecedor ni emocionalmente catártico.
En el momento en que Carole es engañada por los creadores de Tiger King y “convertida en un meme de Internet” en el octavo episodio de la serie, Joe vs Carole ha tenido su pastel y se lo ha comido también: criticando una cultura que catapultó a dos personas con problemas a la fama instantánea, mientras que simultáneamente recrea sus historias para reírse y fingir preocupación. Es una nota extraña para terminar, y expone los fallos morales de un programa que nadie pidió, y ciertamente nadie necesitaba.
Joe vs Carole’ se puede ver en streaming desde el viernes 4 de marzo en Peacock en Sky y NOW
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