“Hola, hijo de puta, ¿me has echado de menos?” Lizzo abre el espectáculo con la burla cantarina de su canción de 2022 “The Sign”. A juzgar por el estruendo que posteriormente llena el O2 Arena, la respuesta es claramente, sí. Es la primera vez que la sensación del pop-soul de 34 años encabeza una gira en el Reino Unido, pero conoce bien este lado del charco. Durante sus primeros años en la escena en la década de 2010, Lizzo tocó en varios bares y pequeños locales del país. Locales pequeñitos, incluso. “¡Pasamos de que nos jodieran en el Travelodge a agotar las entradas del O2 dos veces!”, exclama después.
Lizzo (también conocida como Melissa Jefferson), cantante, flautista e icono del twerk, se encuentra en la recta final de la gira europea Special, que lleva el nombre de su aclamado álbum 2022. La irrupción de Lizzo en el mainstream llegó en 2019, cuando una canción de hace dos años encontró nueva vida gracias a la comedia romántica de Netflix Someone Great. “Truth Hurts” -y su ahora icónica letra que proclama ser “100 por 100 that b****”- ayudó a que el estatus de Lizzo, junto con su catálogo de bops de manifiesto de amor propio, se disparara al estrellato. Y ahí se ha mantenido desde entonces.
En una industria que durante mucho tiempo ha concedido privilegios a los cuerpos delgados y blancos, Lizzo desafía a ambos de forma ruidosa y orgullosa. Exige que la gente se fije en ella y predica el valor de que los demás hagan lo mismo. Sin embargo, Lizzo es una entidad cultural tan fresca y excitante que su talento real es a veces lo último que viene a la mente cuando se piensa en ella. Este concierto de dos horas, repleto de voces desgarradoras, solos de flauta y bailes llenos de energía, es un firme recordatorio de que Lizzo es más que una figura cultural: es una música para todos los tiempos.
Letras como “I’m my own soulmate / I know how to love me” podrían irritar a algunos en el mundo real, pero esta noche -interpretadas con gusto y una sonrisa radiante- son irresistiblemente encantadoras. Del mismo modo, el cuerpo de baile de Lizzo demuestra que no son únicamente un anuncio de la diversidad corporal. Ver a las Big Grrls, en su mayoría mujeres con curvas y tallas grandes, hacer twerking y rutinas al estilo majorette con la misma facilidad es innegablemente poderoso.
Lizzo resulta especialmente atractiva cuando se enfrenta a la percepción que el público tiene de sí misma. En “Rumours”, aborda los rumores de Internet mientras titulares como “¡Lizzo está embarazada!” y “Lizzo se ha operado” flotan en la pantalla detrás de ella. (Cardi B hace una divertida aparición para hacer playback de su verso en una llamada FaceTime pregrabada). Está claro que, a pesar de su confianza, Lizzo no es inmune a las duras palabras sobre su música, su dieta o su elección de bailar en bikini. Cuando interpreta “Special”, su voz es nítida y clara a través de un rap que pregunta seriamente por qué la gente dedica vídeos enteros a criticarla. En “Naked” se muestra más vulnerable. En el momento más tranquilo del espectáculo, Lizzo, de pie en penumbra, con un leotardo desnudo, se deja llevar por su potente voz.
Además de ser un escaparate del talento musical de Lizzo, es evidente que sabe cómo ganarse al público. Con humor y calidez, felicita los cumpleaños y hace su mejor imitación de Adele. “Hola, chicas”, dice con acento cockney. Lizzo grita incluso a los huelguistas de TFL. “Aunque me lleve 12 horas llegar hasta aquí, apoyo a todos los que luchan por lo que se merecen”, grita entre aplausos.
Lizzo termina la noche con su single ganador del Grammy del año, animándonos a todos a olvidarnos del estrés en “About Damn Time”, inspirada en la música disco. Mientras una bola de purpurina salpica de luz el escenario, el aire se vuelve festivo y fresco. Lizzo pertenece a un escenario tan grande como éste; ya era hora de que tocara en el O2. Lo siento, Travelodge.
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