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Crítica de Pinocho, de Guillermo del Toro: La película de animación stop-motion más bella de los últimos años

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¿Por qué el cine está tan fascinado con el niño de madera que quiere vivir como carne y hueso? Guillermo del Toro‘s Pinocho es ya la segunda adaptación del cuento de hadas estrenada este año, tras la monstruosidad de ojos muertos y acción real que se estrenó en Disney Plus hace tres meses. Pero para los que buscan algo más que explotar la nostalgia, este cuento ofrece un tipo especial de asombro.

La novela de Carlo Collodi de 1883 servía de advertencia moral a los campesinos italianos: si no trabajaban duro, podían acabar como el pobre Pinocho, convertido en burro como castigo por su impulsividad. Pero, a través de sus muchas iteraciones, el niño marioneta se ha transformado en la antítesis del Monstruo de Frankenstein, la prueba de que la capacidad de la humanidad para crear vida a partir de lo inanimado puede ser una fuente de alegría y no un acto de orgullo imprudente.

Del Toro, el hombre detrás de El laberinto del fauno, La forma del agua y este año El Callejón de las Pesadillassiente un profundo afecto por las monstruosidades de todas las razas. Codirige con Mark Gustafson, que trabajó como animador supervisor en la película de Wes Anderson Fantastic Mr Foxde Wes Anderson, Del Toro ha abrazado la poesía en la artesanía y ha dado paso a la película de animación stop-motion más bella de los últimos años.

Hay una magnífica calidad pictórica en la forma en que la luz de la luna se filtra a través de las vigas, o en cómo las olas tumultuosas chocan contra el nudoso bulto de la criatura marina Monstro. Los personajes tienen aquí el mismo aspecto rústico y tallado de las figuritas del reloj de cuco de Geppetto, aunque la forma en que aprietan las mandíbulas y gruñen los labios da una sensación real de músculos bajo la piel.

Más allá del interés de del Toro por la innata antinaturalidad de Pinocho y la tierna mano de obra que lo creó, hay poco aquí que lo vincule realmente a la historia original de Collodi. La película es mucho más rica por ello. Junto al coguionista Patrick McHale, el director ha vuelto a uno de sus temas más destacados: la abrasadora inhumanidad del fascismo y sus rigurosas ideas de conformidad y masculinidad. Pero esta vez se trata de un musical, con delicadas cancioncillas de alhajero compuestas por Alexandre Desplat.

Geppetto (David Bradley) esculpe a Pinocho (Gregory Mann) borracho de rabia ciega por su propio destino, tras haber perdido a su amado hijo Carlo en las circunstancias más oscuras. Inspirado en las ilustraciones de Gris Grimly de una edición de 2002 de la novela de Collodi, este Pinocho es extra desvencijado, y muy Del Toro – todo articulaciones rotas y uñas expuestas.

El Hada Azul, que le otorga sensibilidad, aparece ahora como un espíritu etéreo de las montañas con ojos saltones (al que pone voz Tilda Swinton). Su hermana (también Swinton), que gobierna el inframundo, es una criatura parecida a una esfinge, servida por una pequeña fuerza de conejos zombis. Incluso el guía y conciencia de Pinocho, Sebastian J. Cricket (Ewan McGregor), se ha convertido en un escritor sin un céntimo (con matices de la película de McGregor). Moulin Rouge papel) cuya constante desgracia podría leerse como un comentario sobre el azote de los intelectuales bajo los regímenes autoritarios.

Puede parecer demasiado para una película todavía (en cierto modo) dirigida a los niños, pero la franqueza de Del Toro y McHale en torno a estos temas habla directamente del poder de la inocencia de un niño. Pinocho es tachado de disidente por el mero hecho de desconocer las crueles locuras de la sociedad adulta. Puede que el funcionario fascista del pueblo (Ron Perlman) no convierta a los niños en burros, pero los obliga a ir a campamentos juveniles para jugar a la guerra. En una rebelión inconsciente, los reclutas se ríen a carcajadas cuando se dan cuenta de la inutilidad de su juego. Puede que no sea una invención de Collodi, pero es una señal de que el poder duradero de su historia proviene directamente de su maleabilidad. El niño de madera pertenece de todo corazón a quien lo talla.

Dir: Guillermo del Toro, Mark Gustafson. Protagonistas: Ewan McGregor, David Bradley, Gregory Mann, Ron Perlman, Finn Wolfhard, Cate Blanchett, Christoph Waltz, Tilda Swinton. PG, 117 minutos.

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