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Crítica de Sister Act, Eventim Apollo – una reposición celestial de la clásica comedia criminal de los noventa

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¡Aleluya! La espera no ha sido en vano. Ha sido un largo camino para llegar Sister Act: El Musical vuelva a los escenarios. Anunciada en 2019, la exuberante adaptación de la película de 1992 debería haber hecho su regreso al West End en el verano de 2020. Como sabemos, la pandemia tenía otros planes. El retraso significó que Whoopi Goldberg ya no estaba disponible para retomar su papel protagonista como estaba previsto, un concepto que habría visto su personaje escrito 30 años más viejo de lo habitual, y que muchos fans estaban deseando ver. Afortunadamente, incluso sin su oscarizada estrella, esta reposición es celestial.

La innegable y talentosa Beverley Knight interpreta ahora a nuestra heroína, Deloris Van Cartier. Es una cantante de salón con poco éxito y grandes sueños, pero debe ir directamente a protección de testigos cuando ve a su novio gángster casado disparar a uno de sus propios secuaces. “¿Dónde vas a esconderte este?”, le pregunta la aspirante a superestrella a su antiguo compañero de colegio convertido en policía Eddie Souther (Clive Rowe). La respuesta: un convento enfermo, dirigido por la divertida y majestuosa Madre Superiora (una maravillosamente seca Jennifer Saunders). Knight y Saunders son, respectivamente, algunos de los talentos musicales y cómicos más queridos del Reino Unido; la combinación de estas habilidades es mágica. Ambos están en su elemento como personajes que no entienden por qué el otro vive como lo hace, y su química hace que sea divertido ver cómo se desarrollan sus puntos de vista conflictivos.

A Deloris -ahora bajo el disfraz de “Sor Mary Clarence”- pronto se le encomienda la tarea de dirigir el oxidado coro de monjas del convento para que empiece a hacer algunos ruidos alegres. Hablando de eso: La edificante partitura de Alan Menken y Glenn Slater es excelente y disipa rápidamente cualquier preocupación sobre las canciones que difieren de las de la película. Ambientada en la Filadelfia de finales de los años 70, Sister Act tiene un sonido claramente discotequero que hace que el público escuche de inmediato: La canción de Deloris “Take Me to Heaven” se transforma en una inteligente versión gospel, y se agradece mucho más escucharla dos veces. “Raise Your Voice” es otro punto álgido, ya que la voz rugiente de Knight lleva a las monjas a encontrar su propia fuerza vocal.

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