By 
Por fin, la producción de Atri Banerjee de la obra de Tennessee Williams ve la luz: su puesta en escena estaba prevista para la primavera de 2020. Mientras que el reparto y el equipo se han vuelto a reunir, Banerjee y la diseñadora Rosanna Vize han rehecho completamente sus planes, para tener en cuenta lo que hemos vivido desde entonces.
Es cierto que este retrato de una familia aislada y claustrofóbica -atrapada en un pequeño piso de San Luis, pero que en realidad vive en su propio mundo de ensueño- tiene ahora un nuevo y conmovedor tirón de la vieja fibra sensible. Pero el mayor cambio de esta producción parece ser el recordatorio literal de que la promesa de una vida mejor sigue estando fuera del alcance de estos personajes: sobre la acción gira un enorme cartel de neón que dice “PARAÍSO”. Además de ser un recordatorio inequívoco de la esperanza incumplida, también es una referencia concreta al salón de baile Paradise, situado al otro lado de la calle, cuya música e iluminación ofrecen distracción para unas vidas “sin ningún cambio ni aventura”. El diseñador de iluminación Lee Curran también utiliza el cartel para reforzar los estados emocionales; brilla o se atenúa, gira más rápido o más lento, en la agitación, el aburrimiento o el recuerdo meloso.
Ambientada en 1937 y basada en la propia juventud de Williams, The Glass Menagerie se declara en una introducción como una “obra de memoria”: el hijo, Tom, mira hacia atrás en la vida con una hermana discapacitada y dolorosamente tímida, Laura, y su madre dominante, Amanda, una belleza sureña. Todos están asfixiados. Tom quiere ser poeta, pero trabaja en un almacén; Amanda está obsesionada con las glorias perdidas de su juventud y con encontrar un “caballero” que se case con Laura, mientras que Laura se refugia en viejos discos y en cuidar su colección de pequeños animales de cristal.
Comments