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Crítica de Yungblud, Yungblud: El tercer álbum es todo llenado de estadios y autodefensas rápidas

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¿Hay alguien que escriba letras más emotivas que Yungblud? El doncastriano (alias Dominic Harrison), de 24 años, comienza su tercer álbum con una explosión de pop-rock alegremente cargada de rímel, en la que se imagina “bailando en mi funeral/ Esperando a que llegues/ Esperaba que estuvieras preciosa/ Bailando con lágrimas en los ojos/ Pero no vino nadie, qué pena, oye…”.

Que levante la mano: el sonido de rock comercial de cabeza que adopta Yungblud aquí nunca ha sido de mi agrado. El bonito thrash por números difumina las notas como camisas de cuadros en perchas volteadas rápidamente a lo largo de rieles de cromo, permitiendo que las melodías se deslicen en el olvido. Como la canción de los créditos de todas las comedias románticas para adolescentes desde los años 90, que ofrece el suficiente enfoque e impulso para asegurar que salgas del cine con tu chaqueta, pero no lo suficiente como para permanecer en tu cabeza en el viaje de vuelta a casa.

Sin embargo, Harrison tiene una habilidad narrativa y una voz arrebatadora que eleva la potencial mediocridad de este ambiente a una experiencia más cálida y atractiva. Su mejor momento es el más británico, cuando canaliza la intimidad conversacional del Mike Skinner de The Streets. “I Cry 2” es un gran ejemplo de ello. Comienza con un sencillo motivo de guitarra y una historia fuerte (aunque difícil de captar) sobre un personaje “evidentemente dañado por su última relación/ Quieres llamarla perra/ Has estado cogiendo demasiadas manos para no tener que lidiar con ello/ Parchear tu soledad”.

Luego hay un cambio estupendo de la empatía a la autodefensa mordaz cuando el pansexual Yungblud ladra: “Todo el mundo en Internet dice que no soy realmente gay/ Empezaré a salir con hombres cuando vayan a terapia”. Ja. Genial. El estribillo de “I Cry 2” es una versión más contundente y del siglo XXI del single más exitoso de Skinner, “Dry Your Eyes”. Hay claros ecos del estribillo del tema de 2004 (“Dry your eyes mate/ I know it’s hard to take, but her mind has been made up”) en el nuevo de Yungblud: “Está bien amigo, yo también lloro…”

Por otra parte, Yungblud busca un efecto más de estadio en el himno “Sex Not Violence”, con una batería de pantalla grande y un solo de guitarra con la lengua en las cuerdas. Hay bonitas salpicaduras de sintetizador en “Sweet”, mientras el cantante suspira por el estado de la cultura moderna de las citas y anhela la comodidad: “Mira, lo que pasa es que tengo que llamar a mi madre…”. Por desgracia, la otra dulzura que anhela es la heroína, que espera poder consumir casualmente sin enamorarse. (Tal vez su discográfica debería enviarle una pila de obituarios de rock’n’roll). “Tissues” rebota en un ritmo de animadora (“Hey Micky?”).

La rebelde de Hollywood Willow Smith se une a Harrison para una desgarrada disputa milenaria en “Memories”, mientras que “Cruel Kids” se revuelve en una refrescante guitarra eléctrica, mientras el cantante se lamenta de haber tomado demasiadas drogas y de haber estrellado su “au’oma’ic” – esas paradas glotales le atan como un muchacho inglés incapaz de navegar por la autopista americana. El estado de ánimo de líneas blancas se mantiene en “Don’t Feel”, que tiene la energía de Springsteen al describir el intento de un individuo de romper con las limitaciones de su derecho de nacimiento. Sólo que donde Springsteen “nació para correr”, Harrison opta por quedarse en la cama.

A pesar de mi falta de respeto por el género, Yungblud me ha conquistado con este tema. LOL. Cara triste. Corazones negros emoji.

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