Pludismo y la angustia en los estudios Pinewood a finales de la década de 1980, un periodo en el que la industria cinematográfica británica estaba de capa caída. La fortaleza de la libra esterlina hacía que las grandes productoras de Hollywood fueran muy reacias a rodar a este lado del Atlántico. No había ventajas fiscales que las atrajeran. La más reciente película de James Bond, Licencia para matar (1989), había cometido un sacrilegio al realizar la mayor parte del rodaje no en Pinewood, sino en el lejano México. Justo cuando la desesperación se apoderaba de la película, Tim Burton acudió al rescate y llevó su versión cinematográfica de Batman al frondoso Buckinghamshire. Fue en los estudios Pinewood donde el director y los jefes de Warner Bros decidieron recrear Gotham City en toda su sordidez, corrupción y violencia.
Con la película protagonizada por Robert Pattinson The Batman llega en breve a los cines, es un momento oportuno para echar la vista atrás tres décadas hasta la primera película de Batman de Burton, protagonizada por Michael Keaton como el cruzado con capa y Jack Nicholson como el Joker. En retrospectiva, parece una de las películas más influyentes de su época, y sigue siendo la película de Batman más extraña y original que se ha hecho. Las adaptaciones cinematográficas de Marvel y DC que han dominado la taquilla mundial en los últimos años tienen una enorme deuda con ella.
Tras el enfoque kitsch y desenfadado de las películas de Superman de Christopher Reeve de los años setenta y principios de los ochenta, Burton permitió que volviera a filtrarse algo de la tan necesaria oscuridad en las adaptaciones cinematográficas de los cómics. Su Batman también demostró que, para cualquier estudio de Hollywood que se precie y quiera hacer una película de franquicia de gran presupuesto, el Reino Unido era el lugar adecuado.
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