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Forbidden America, episodio 3: ¿Ha perdido Louis Theroux su toque?

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Hemos llegado a esperar lo extraño de un documental de Louis Theroux, y la última edición de su última serie, América Prohibida, no decepciona, al menos en ese aspecto. Tres mujeres jóvenes están de pie al aire libre, bajo el sol de California, con tres penes protésicos gigantes atados a ellas, como si estuvieran a punto de machacar a alguien con media libra de látex. Lo cual, para ser justos, es más o menos lo que ocurre a continuación. En el típico estilo de falso ingenuo de Theroux, el documentalista pregunta a los intérpretes con esa característica curiosidad en su voz: “¿Es extrañamente empoderador?” Más o menos. El trío le dice alegremente a Theroux que el pegging es un buen cambio para ellos al estar en el otro extremo del palo, por así decirlo.

En “Porn’s MeToo”, Theroux está “atravesando un campo de batalla del consentimiento”. Como observa Theroux, el porno es un mundo “dedicado a poner a prueba los límites del gusto y del tabú”, y que está siendo transformado por la web y por las nuevas actitudes y normas, así como por su propio movimiento MeToo. La llegada de empresas como OnlyFans significa que los artistas pueden tratar directamente con sus clientes, sin necesidad de que los agentes y los productores se queden con su parte y les presionen para que hagan cosas que preferirían no hacer. Pueden ganar mucho dinero. Mia Malkova, por ejemplo, que vive en un castillo de 4 millones de dólares en Portland, cuenta a Theroux que gana entre 150.000 y 250.000 dólares al mes: “Me encanta OnlyFans”, dice. “No ganaba eso cuando rodaba para una empresa”.

Menos contentos están los viejos que controlaban la industria y se encuentran con acusaciones de abuso sexual. Theroux no tuvo que hacer mucho para que traicionaran su sentido del derecho. Pierre Woodman (que no creo que sea su verdadero nombre), por ejemplo, es un hombre de 58 años cuya especialidad es el sexo anal por primera vez con mujeres de 18 años.

Me pregunto si Theroux podría estar perdiendo su toque (sin juego de palabras). Al igual que cuando se enfrentó a los nacionalistas blancos y a los raperos radicales en los dos primeros programas de la serie, demasiados de sus interlocutores le resultan sabios, y no les saca tanto partido. Derek Hay, un agente acusado de prácticas abusivas e ilegales, por ejemplo, se mantiene frío durante toda su conversación con Theroux, y se niega a morder el anzuelo o a enfadarse cuando se sacan a relucir sus supuestas transgresiones. Theroux se “disculpa” por ocupar tanto tiempo de Hay, pero éste no responde a la petición de salir de la escena o decirle a Theroux que se pierda. Se limita a seguir discutiendo y corrigiendo los detalles del caso. El conocido esquema de Theroux, suave y sin fuerza, está cansando un poco, para ser honesto, y ya le hemos visto probar los límites del gusto y del tabú con demasiada frecuencia. Si tuviera una cuenta de OnlyFans, probablemente tendría que sacar su correa.

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