Tay una razón por la que el maravilloso rostro de Dolly Parton adorna no sólo las portadas de sus propios álbumes (hasta el momento 52), sino también las velas de oración kitsch, las tarjetas de felicitación de lo más tiernas y toda una serie de productos de bricolaje deliciosamente jazzísticos y muy poco oficiales. Con una carrera que abarca siete décadas, Dolly no es simplemente una artista musical de gran importancia, sino una fuerza para un poderoso cambio cultural. Desde cambiar la imagen de las mujeres en el mundo empresarial de la música country hasta proporcionar millones de libros gratuitos a niños desfavorecidos a través de su proyecto Imagination Library, pasando por ayudar a financiar la investigación de la vacuna contra el virus Covid y pagar las matrículas de los trabajadores de su parque temático Dollywood, cada año que pasa, a Dolly le resulta imposible no hacer el bien. Puede que sea millonaria, pero utiliza una buena parte de su asombrosa riqueza para ayudar en lugar de perjudicar.
El último gesto de Dolly, del que tanto se habla, no implica necesariamente dinero en efectivo, sino más bien influencia. Esta semana, la mejor de Tennessee ha rechazado su nominación al Salón de la Fama del Rock & Roll, dejando a sus compañeros nominados de la clase de 2022 – Eminem, Lionel Richie, Duran Duran, Beck, Pat Benatar, Carly Simon, A Tribe Called Quest, Kate Bush, Devo, Fela Kuti, MC5 y Judas Priest, entre otros – para luchar por cinco puestos finales en los salones sagrados.
“Aunque me siento extremadamente halagada por estar nominada al Rock & Roll Hall of Fame, no siento que me haya ganado ese derecho”, escribió en un comunicado amistoso. Dolly es siempre amistosa. “Realmente no quiero que los votos se dividan por mi culpa, así que debo retirarme respetuosamente… Espero que el Rock & Roll Hall of Fame lo entienda y esté dispuesto a considerarme de nuevo – si alguna vez soy digna”. Una misiva de “¡no te preocupes si no!” del más alto grado, se nos ocurre una buena razón por la que Dolly podría -y posiblemente debería- haber aceptado la nominación. A pesar de sus protestas, seguramente habría sido una victoria fácil para Dolly, que compensaría el hecho de que todavía no hay suficientes mujeres artistas en este club de hombres. En la actualidad, menos del 8% de los candidatos son mujeres. Sin embargo, a pesar de todos sus defectos, este famoso espacio para hombres parece estar haciendo esfuerzos por diversificarse, ampliando su ámbito de acción de tipos con guitarras y sospechosas peticiones de jinetes. Y aunque la Dolly amante del banjo no es del todo Joan Jett, en lo que se refiere a géneros, el hip-hop, el pop y el soul están incluidos desde hace tiempo en el ámbito del Salón de la Fama. El rock’n’roll, después de todo, es sin duda un estado de ánimo.
Pero tal vez no estemos entendiendo la cuestión. ¿Podría ser el giro de Dolly una amable indirecta al pasado misógino de la institución? Aunque el Salón de la Fama empezó a admitir a artistas influyentes en 1986 -empezando por Chuck Berry, Sam Cooke y Elvis Presley-, no fue hasta el año siguiente cuando se nominó a la primera mujer, Aretha Franklin, que se coló en una lista repleta de 14 hombres. A lo largo de las siguientes décadas se permitió la entrada de un puñado más de mujeres, entre ellas Ruth Brown, Etta James, Janis Joplin y Joni Mitchell, pero nunca más de una cada año, no vaya a ser que el propio Salón de la Fama tenga que instalar una máquina de tampones u otra cosa igual de escandalosa.
Esto tampoco ha pasado desapercibido para aquellos a los que pretende adular. “Rock & Roll Hall of Fame, por favor: 2020, induzca a más mujeres”, instó Janet Jackson en 2019. Stevie Nicks habló más tarde de su condición de primera mujer en ser inducida dos veces, después de que 22 hombres recibieran primero el doble honor. “Definitivamente rompí un gran techo de cristal del rock’n’roll”, comentó. Tina Turner le siguió en 2021, después de haber sido admitida por primera vez en 1991 como dúo junto a su ex marido maltratador como Ike y Tina. Ninguno de los dos asistió a la ceremonia y el igualmente problemático Phil Spector aceptó el premio en su nombre.
Es posible que Dolly, a su manera, sonriente y sureña, de “bless your heart”, sólo estuviera aportando su granito de arena a artistas como la guitarrista góspel Sister Rosetta Tharpe, una de las verdaderas fundadoras del rock’n’roll y una influencia fundamental en el miembro inaugural Chuck Berry, que no fue incluida hasta 2018, 45 años después de su muerte y 32 después de Berry. También faltan Salt-N-Pepa, Buffy Sainte-Marie, Sheryl Crow, Björk, Cher, Chaka Khan, Sade, Patsy Cline, Hole y Loretta Lynn, otro icono del country de Dolly, todos los cuales han superado con creces los criterios necesarios para ser nominados: 25 años desde el lanzamiento del primer álbum de un artista.
Sin embargo, la cosa no ha terminado para Dolly. Después de hacer su punto de vista, señaló que la nominación “me ha inspirado para sacar un gran álbum de rock’n’roll en algún momento en elfuturo, lo que siempre he querido hacer”. Dolly, que ya domina múltiples géneros, desde el bluegrass hasta la música disco, ha versionado anteriormente uno de los mayores himnos del rock -su versión de 2002 de “Stairway to Heaven” de Led Zeppelin rebosa de grandeza-, pero ahora podría componer por fin la suya propia. Este anuncio ha entusiasmado a más de un viejo rockero. Evidentemente, deseoso de añadir a Dolly a PJ Harvey e Iggy Pop en su pequeña agenda negra, el legendario ingeniero punk Steve Albini preguntó en Twitter: “Dolly Parton, ¿te gusta la grabación analógica? ¿Será el próximo álbum de Dolly Parton un icono del grunge que lleva dentro y una técnica de producción básica? Espero que así sea.
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