TEl póster de la adaptación moderna del director mexicano Alfonso Cuarón de la obra de Charles Dickens de 1998. Grandes esperanzas es muy revelador. No hay bonetes ni broches. En cambio, la obra está dominada por una Gwyneth Paltrow recostada y desnuda -en el papel de Estella- que mira hacia la cámara con una expresión enigmática en su rostro. Debajo de ella, se puede ver el personaje de Miss Havisham de la película, rebautizado aquí como Nora Dinsmoor e interpretado por Anne Bancroft. No lleva un polvoriento vestido de novia, sino que se parece mucho a Gloria Swanson en Sunset Boulevardcon una pitillera. En la esquina, hay una turbia imagen del convicto Magwitch (Robert De Niro), con el ceño fruncido como un pesado de Goodfellas.
Para Cuarón, la historia de Dickens trataba, al menos en parte, de la obsesión erótica. Pip (Ethan Hawke), el joven de origen humilde que intenta abrirse camino en la sociedad, sentía por Estella lo mismo que Michael Douglas por Sharon Stone en Instinto básico unos años antes. “No se puede hacer una historia de amor ambientada en la actualidad sin la dinámica del sexo”, dijo Cuarón en una ocasión. “Quería contar la historia desde un punto de vista erótico y sensual”.
Cuarón Grandes esperanzas no fue muy bien recibida. El sexo y Dickens no encajan bien. Por supuesto, el sexo ya está presente en la obra del novelista victoriano, pero está profundamente sublimado. Se consideró que Cuarón había desafiado el buen gusto y la tradición al presentarlo de forma tan explícita. The New York Times calificó su enfoque de “audaz y vulgar” y sugirió que su versión de la historia era “una que Charles Dickens apenas reconocería”. El propio Cuarón renegó posteriormente de la película. “Es una película que no debería haber hecho”, dijo. “Pasé muchas veces, y luego terminé diciendo que sí por las razones equivocadas”.
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