Sólo una persona parece no estar impresionada con Jordan Gray en el Fringe de este año: Dios. Las entradas agotadas de la comediante han sido recibidas con críticas muy favorables, pero el día que veo su espectáculo, ¿Es un pájaro?los cielos se abren dramáticamente, inundando el escenario de su local de Assembly George Square. Una vez que comienza la actuación, hay un cubo en el centro del escenario que recoge las gotas y un teclado eléctrico que amenaza con cortarse en cualquier momento. Sin embargo, eso no detiene a Gray. “Dios no puede odiarme tanto”, cacarea.
Como sugiere el título, los superhéroes son el tema del inteligente debut de Gray en el Fringe. Su tesis central es que los murciélagos son “apenas una decoración de Halloween”, y mucho menos lo suficientemente aterradores como para justificar que un cruzado con capa lleve su nombre, pero la comediante musical entrelaza una gama excepcionalmente amplia de otros temas. La religión, el amor de Ricky Gervais por los animales y las guerras culturales son temas que se tocan.
¿El hilo conductor de todo esto? La identidad de Gray como mujer transgénero. Ese es el otro significado del título, explica: “¿Es un pájaro?” es el tipo de gritos que recibe en su ciudad natal, Essex. Su identidad se aprovecha en gran medida para lograr un efecto cómico: bromea diciendo que es una “navaja suiza sexual”, y canta sobre ser un “pequeño misterio tentador en el historial de navegación de tu marido”.
Integrar canciones originales en un espectáculo de comedia no es una idea nueva, pero Gray es una experta en ello. Al fin y al cabo, fue músico antes que comediante (Gray apareció en La Voz en 2016). Es capaz de improvisar con el piano mientras baila, distorsionando su cara y, en un momento dado, agachada en su taburete con una pierna en el aire. Los gritos de “soy tan jodidamente talentosa” y “esa es una rima jodidamente increíble” están, francamente, justificados.
Otras críticas han mencionado explícitamente el giro del espectáculo de Gray. No lo haré, por el bien de los dos asistentes al Fringe que aún no lo han visto estropeado; todo lo que diré es que lleva la confianza de Gray a su conclusión natural y es tan impactante como hilarante. Pero también hay vulnerabilidad. En los momentos finales, Gray se inclina sobre su piano, casi susurrando las palabras: “Si voy a ser una broma, entonces también puedo participar en ella” y se desnuda. Es tierna, cálida y emotiva.
Una amiga me contó que su madre entró en ¿Es un pájaro? con escepticismo hacia las cuestiones trans, pero salió comprendiendo, por primera vez, por lo que realmente pasa la comunidad. Sería fácil pensar que la obra de Gray es desenfadada, burda y divertida, porque lo es. Pero puede cambiar, y cambiará, opiniones y vidas.
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