Tsta semana vio el estreno en Londres de la nueva película tan esperada y repleta de estrellas de Christopher Nolan Oppenheimer. El evento tuvo todos los adornos habituales de una apertura de Hollywood de gran presupuesto, excepto una cosa: el elenco. Después de posar para los fotógrafos fuera de Leicester Square Odeon haciendo alarde de una fabulosa vestimenta digna de los Oscar, Cillian Murphy (quien interpreta al desarrollador estadounidense del mismo nombre de la bomba atómica) y sus coprotagonistas Florence Pugh, Emily Blunt y Matt Damon se fueron antes de la proyección. ¿La razón? El sindicato de actores de Estados Unidos SAG-AFTRA estaba a punto de convocar su primera huelga de miembros en 40 años.
Dada la cantidad de huelgas del sector público que paralizaron partes del Reino Unido este año, desde médicos hasta maestros y conductores de trenes, se le perdonaría no haber notado que Estados Unidos está en medio de su propia ola de acción industrial. Más específicamente, Hollywood, que ha estado parcialmente cerrado desde mayo luego de una huelga del sindicato de escritores WGA por condiciones y salarios justos. La medida es significativa: la última vez que actores y escritores se declararon en huelga al mismo tiempo fue hace 60 años. Que ambos hayan unido fuerzas una vez más tendrá un impacto que se sentirá en casi todas las salas de estar a ambos lados del charco. No solo los estudios de Hollywood han tenido que detener la producción de películas importantes, también lo han hecho los gigantes del streaming como Amazon, Disney y Netflix. Las principales bajas incluyen Consorcio inactivo 3 y la nueva versión cinematográfica del musical Malvado Protagonizada por Ariana Grande.
Hay un viejo chiste en Hollywood en el que un productor de Los Ángeles le dice a otro: “Desafortunadamente, el escritor murió. Pero todavía estamos buscando formas de joderlo”. Tradicionalmente, los escritores siempre han estado en la parte inferior de la cadena alimenticia en la ecología de la realización de películas, un absurdo integrado en el sistema de estudios desde su creación. ¿Pero actores? Son las estrellas, el rostro humano de la fantasía de Hollywood. Gracias tanto a la fantasía mágica de la televisión y el cine como al glamour imposible de los estrenos y la temporada de premios, encarnan el mito esencial de Hollywood como un universo separado e intocable, un La La Land lleno de gente hermosa y especial que no vive como tu y yo. Tanto es así que me imagino que la simpatía por su causa será escasa. Cuando estamos fuera de la pantalla, tendemos a no tomar a los actores del todo en serio. Los consideramos luvvies, socialistas de champán que viven dentro de mansiones cerradas a quienes les gusta pontificar sobre temas sociales de los que posiblemente no pueden saber nada.
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