T sta semana, el juicio de Wagatha Christie llega al West End, Romola Garai dirige un espectáculo sobre la ética periodística y Clint Dyer crea un original Otelo en el Teatro Nacional.
Otelo – National Theatre ★★★★☆
As I left Otelo en el Teatro Nacional, escuché a alguien decir a su amigo, “Tragedias, hombre… todo el mundo muere. Pero aunque supiéramos cómo iba a acabar, la producción de Clint Dyer, la primera de un director negro en este teatro, crea una sensación de lo inesperado. Desde el primer momento, una banda sonora palpitante y un ambiente mafioso se encargan de crear una atmósfera premonitoria. Otelo (Giles Terera) llega al brutal decorado de anfiteatro de Chloe Lamford como un campeón de boxeo. Acaba de casarse con Desdémona, de la que está orgullosamente enamorado, pero está rodeado por una banda de espeluznantes camisas negras de estilo fascista, y la gente no le da la mano.
Llama la atención que Otelo sea el único negro en escena, y Terera lo interpreta con sensibilidad como un hombre acorralado, que tiene que justificar constantemente su propia existencia. Ella me amaba por los peligros que había corrido”, dice de Desdémona, y esos peligros parecen ahora muy potentes. La Desdémona de Rosy McEwen es naturalista y moderna, una compañera fuerte y sensata dispuesta a enfrentarse a esos peligros junto a él. Paul Hilton redobla la villanía como un Iago dominante y desagradable sin paliativos; es hipnotizante verlo. Con su bigote de lápiz y sus pantalones con tirantes, es mitad Oswald Mosley, mitad un tipo que pasa demasiado tiempo en Internet publicando teorías de conspiración racista en grupos de Facebook.
La producción de Dyer tiene una calidad que sugiere que se convertirá rápidamente en un clásico. Es fascinante, llena de visión y mantiene un ritmo urgente a pesar de sus tres horas de duración. Si acaso, el descenso de Otelo hacia la locura parece demasiado rápido y el énfasis en la raza no cohesiona tan bien en la segunda mitad. Al final, sin embargo, la parte más poderosa de esta lectura es que Emilia (una conmovedora Tanya Franks), la mujer de Iago, sufre abusos domésticos. Añade una impotencia casi insoportable a la escena que las mujeres comparten en la víspera de la muerte de Desdémona”Ojalá nunca le hubieras visto,” dice Emilia, sabiendo demasiado de lo que son capaces los hombres. Lo que sigue es más horriblemente desgarrador que nunca. Jessie Thompson
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Prensa – Park Theatre ★★★☆☆
Los periodistas son escoria – esa’es mi conclusión general de la primera mitad del espectáculo unipersonal de Sam Hoare’que dirige su mujer, la actriz Romola Garai. Es una opinión difícil de discutir en esta historia en particular, dado que a Hoare, el reportero de escuela pública convertido en tabloide, le gusta deleitarse con sus turbias hazañas en bares de mala muerte. Dichas hazañas incluyen, entre otras, la inculpación de un hombre inocente como sospechoso de pedofilia para conseguir una portada, y otra historia que acaba con el suicidio de una adolescente. Las historias sórdidas de periodistas poco éticos (ejem, criminales) se convirtieron en terreno dramático trillado en los años posteriores a la investigación Leveson en 2012. Por eso, aunque Press es una descripción aleccionadora de la profesión, la polémica que plantea sobre la corrupción y la moralidad de la prensa parece algo anticuada.
A mitad de camino se produce un tirón de orejas. Atormentado por su pasado poco ético, nuestro reportero, que se ha pasado la última media hora cortejando el desdén de este público – un mérito, por cierto, de la muy hábil y creíble interpretación de Hoare’– quiere arrepentirse. Se embarca en una misión para informar sobre la verdad de un encubrimiento relacionado con la persecución de refugiados. Aquí es donde las cosas se tuercen, sin embargo, ya que la obra se convierte en un desconcertante drama criminal – pero no consigue alcanzar los altos niveles de tensión, ni la reivindicación moral,que persigue. Pero aun así, con su tensa duración de sólo una hora y una convincente interpretación de Hoare, Press nunca aburre. Annabel Nugent
Vardy contra Rooney: The Wagatha Christie Trial – Wyndham’s Theatre ★★★☆☆
Todos sabemos lo que dicen de algo que no está roto. Desde que Coleen Rooney reveló sensacionalmente en 2019 que la parte que filtraba sus historias privadas de Instagram era………. Rebekah Vardy’s cuenta, la relación fracturada entre los futbolistas’ esposas ha sido aclamado como un gran drama de la vida real. Así, en Vardy contra Rooney: The Wagatha Christie Trial , un espectáculo semanal del West End dirigido por Lisa Spirling, se ciñen a los hechos. En todas las escenas judiciales, los actores pronuncian las transcripciones reales del juicio celebrado a principios de este año, en el que Vardy demandó sin éxito a Rooney por difamación. Y en su mayor parte, funciona.
Lucy May Barker y Laura Dos Santos están fabulosamente emparejadas como las esposas enfrentadas. La Vardy de Barker es tensa y molesta, mientras que Rooney está interpretado con un encanto genial que pone al público inmediatamente de su parte. La adición de expertos en partidos (Sharan Phull y Nathan McMullen) que comentan los giros y sorpresas del juicio es un toque genial, a la vez que proporciona contexto cuando es necesario.
Pero por mucho que Vardy contra Rooney ’la adhesión a la realidad es parte de su encanto, también es lo que la frena. Es más entretenido ver a alguien intentar escabullirse de las preguntas difíciles y fracasar en el intento, así que, tras una defensa entusiasta y emocionante de Vardy en el primer acto, la energía se desinfla cuando Rooney, la parte justa, sube al estrado. Aunque no llega a ser un jurado, la experiencia resulta más formal y menos parecida a la diversión jabonosa a la que uno está acostumbrado. La verdad es a veces más extraña que la ficción, sí, pero para mantener al público realmente entretenido, lo mejor es combinar ambas. Nicole Vassell
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