Ta semana de teatro incluye una estridente reimaginación de la obra de Shakespeare Tempestadde Shakespeare, una sátira con carga política y, bueno, Cock. Vuelva la semana que viene para ver otra cohorte de producciones.
Tempest – Teatro Pleasance
Si tuvieras que imaginar una versión moderna de Shakespeare, sería algo así Tempestad. La obra, que se representa ahora en el Pleasance Theatre, cuenta con actores que rompen la cuarta pared y estallan en melodías pop rimbombantes; parece una actualización de manual del Bardo… hasta que de repente deja de serlo. Desde el principio, te darás cuenta de que cualquier expectativa que tengas será rápida y alegremente derribada. Tempestad es un estridente concierto teatral que no se rige por ninguna regla, lo que tiene sentido si se tiene en cuenta que viene por cortesía de Wildcard Theatre (la compañía que anteriormente estuvo detrás de la galardonada Electrolito). Sin duda, Gigi Zahir y Eleanor House destacan en su interpretación de los divertidísimos Trínculo y Stéfano. Sin embargo, la obra se queda corta en sus momentos más serios, en los que aparece un Próspero mago que no acaba de entender la broma. Tempestad le vendría bien un recorte, pero en su mayor parte hay demasiadas cosas para notar una duración de más de dos horas. Se podría decir que es “Shakespeare como nunca lo has visto”, pero en aras de evitar los clichés, digamos que una actuación aérea sorprendente es una de las cosas menos interesantes que ocurren en esta producción. Annabel Nugent
Gallo – Teatro de los Embajadores
Estrenada en 2009, Gallo – la obra que no puede ser nombrada- siempre ha pretendido escandalizar. En 2022, la nueva producción de Marianne Elliot sigue el mismo camino. John (Jonathan Bailey) cohabita con su novio M (Taron Egerton, que debuta en el West End) hasta que se separan y él se enamora de una mujer, conocida en el guión como W (Jade Anouka). Incapaz de elegir, John sigue saliendo con las dos, prometiendo que, por supuesto, va a dejar a la otra. “¿Quieres que tu novio te ayude con la mujer con la que te acuestas?” pregunta M, desconcertada.
Dado que es el único personaje con nombre, no sorprende saber que el narcisista John de Bailey es la estrella del espectáculo. En el escenario, el Bridgerton es totalmente cautivador, soltando chistes y merodeando por el suelo como un gato doméstico con una facilidad seductora. M le reprende por su tendencia a gesticular salvajemente, pero cuando la indecisión se apodera de su vida se queda rígido, incapaz de moverse, con las lágrimas rodando por sus mejillas.
Frente a la estrella que todo lo consume de Bailey, se puede sentir a Egerton sobrecompensando para mantener el ritmo. Durante el enfrentamiento en la cena, John grita: “¿Cuándo te has vuelto tan jodidamente… campechano?”, acusando a M de intentar intimidar a W, pero no es más campechano de lo que ha sido Egerton en toda la serie.
La química entre Bailey y Anouka es mucho más fuerte. Durante su encuentro, inicialmente incómodo, se retuercen los pies al unísono, John en parte repelido, en parte fascinado por la reacción de su mente y su cuerpo ante ella. Isobel Lewis
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Reglas de Chatham House – Teatro Pleasance
Muchos han deseado ser una mosca en la pared en la fiesta de un diputado. En Reglas de Chatham Housenos imaginamos cómo sería este acceso exclusivo y, en resumen, es un caos. Escrita e interpretada por Louis Rembges, la historia se cuenta a través de los ojos de un trabajador de una agencia con contrato de cero horas, llamado simplemente “Anfitrión”. Es contratado para una variedad de funciones en una misteriosa función a la que sólo asisten miembros del 1 por ciento.
¿El truco? El evento funcionará bajo las “Reglas de Chatham House”: Anfitrión puede hablar de lo que ha visto y oído a posteriori, pero estrictamente sin nombres reales. Sin embargo, la determinación de Host de hacerse famoso en las redes sociales hace que esta ley sea difícil de cumplir. Imagina cuánta atención podría conseguir con una pequeña filtración de información.
Es una obra que combina la desconfianza en la élite con la adicción a estar “muy en línea”: es decir, es una obra muy actual. La pared del fondo del teatro se utiliza de forma creativa, mostrando en un momento dado un flujo interminable de mensajes en directo de TikTok y en otro, los giros de una conversación de Facebook Messenger. Las divertidas señales sonoras nos dan unaparodia explícita de “Bohemian Rhapsody” e incluso un guiño a la singular pronunciación de Julia Fox Gemas sin cortar.
Y Rembges rebosa de energía en todo momento, asumiendo una serie de personajes con gusto -una interacción en el guardarropa con una atractiva compañera de trabajo con el nombre en clave “Ruin Me Please” es particularmente inolvidable. Sin embargo, en su ambición por retratar tanto, Las reglas de Chatham House pierde la pista de lo que realmente quiere decir. Cuando llegamos al monólogo final de la obra, no está claro a qué debemos prestar atención. Un viaje emocionante, sin duda, y su dispersión es un buen reflejo de cuántas cosas compiten por nuestra atención en línea. Pero en esta ocasión, menos es más. Nicole Vassell
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