Había que empezar por la oreja. A pesar de todos los logros de Mike Tyson, sus escándalos y crímenes, sus nocauts y derrotas, siempre será recordado como el hombre que le arrancó la oreja a Evander Holyfield de un mordisco. Es con esta imagen visceral que Mike, una nueva miniserie dramática de televisión en Disney Plus, comienza. Después de un rápido vistazo a la toma de dinero, tal como es, Mike retrocede a principios de los años setenta, cuando Tyson era un niño. A partir de ahí, le seguimos a lo largo de su vida, alternando su dolorosa educación, su ascenso hasta convertirse en campeón mundial de boxeo de peso pesado y su caída.
La mayoría de la gente conocerá lo esencial de la historia de Tyson. La forma en que dominaba en el ring. Su condena a prisión tras ser declarado culpable de violación. Su tatuaje facial. Su tigre como mascota. Mike no se interesa por las excentricidades de la vida de Tyson, pero tampoco se interesa por el boxeo. Más bien, se esfuerza por ser un estudio de personajes, descomponiendo a Iron Mike en pequeños lingotes psicológicos. Tyson es interpretado, como adulto, por Trevante Rhodes, el actor más conocido por su papel como la versión mayor del protagonista en la elegíaca ganadora del Oscar 2016 de Barry Jenkins Moonlight. Harvey Keitel interpreta a Cus D’Amato, el entrenador y figura paterna de Tyson a lo largo de sus años de formación como púgil. Russell Hornsby entra en la serie a mitad de camino como el criminal promotor de boxeo Don King.
Hay un verdadero aire cinematográfico en gran parte de Mike, gracias en parte a la hábil dirección de Craig Gillespie. Puede que Gillespie sea más conocido por el biopic de Tonya Harding, ganador del Oscar en 2018 I, Tonya – un drama criminal rotundamente entretenido que muchos descartaron como un homenaje excesivamente deferente a Martin Scorsese. También hay mucho de Scorsese en Mike – todo el primer episodio parece una extensión de Goodfellas riff. A medida que se desarrolla, la serie se convierte en algo más propio; las escenas tienen espacio para respirar.
Mientras que el propio giro de Scorsese en la función de puñetazos, el drama seminal de 1980 Toro Salvajefue alabado por su verosimilitud, Mike no es una gran representación del deporte del boxeo. Hay algunos momentos muy interesantes -grandes y horribles tomas a cámara lenta de los puños desgarrando la carne, de los rostros contorsionados por el impacto-, pero en ninguno de ellos parece que estés viendo a dos boxeadores de verdad.
Por supuesto, el problema final con Mike para la mayoría de la gente no será su fidelidad deportiva, sino su elección del tema. No hay forma de evitar las deplorables acciones de Tyson como hombre. Mientras que el verdadero Tyson ha denunciado la serie en los términos más fuertes, Mike no obstante, hace un trabajo algo hábil para humanizarlo. Trevante Rhodes dota al boxeador de una vulnerabilidad por la que no puedes evitar sentir lástima, incluso en muchos de sus momentos más feos. Que esa compasión esté justificada es otra cuestión.
¿Cómo, entonces, deja esto Mike? No es un nocaut, eso es seguro. Llámalo una pérdida respetable por puntos. No hay mordidas de por medio.
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