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Muévete, Lorelai. Nikki de Trying es (por fin) la mejor madre de la televisión

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Eoda generación tiene una madre icónica de la televisión. La OG es Leave It to BeaverJune Cleaver, un arquetipo de ama de casa de los años 50 que nunca dejó de llevar perlas. The Brady BunchLa Carol de la Brady Bunch era una madre y madrastra de comedia, una actualización de los años setenta que reconocía la forma cambiante de las familias. Su sucesora en la década de 1980 fue Clair Huxtable, de El show de Cosbyque tenía cinco hijos y una carrera legal.

Ha habido madres espinosas pero cariñosas (Sophia en Las chicas de oro), madres malas pero buenas (Casado… con hijos Peg Bundy), y madres nerviosas pero devotas (Claire Dunphy de Modern Family). No estaban idealizadas, pero hacían su trabajo con garbo. Lorelai Gilmore de Gilmore Girlsque se emitió de 2000 a 2007, ha sido considerada durante mucho tiempo un hito en los anales de las madres de la televisión. Es tan buena como madre que apenas es una madre, sino una amiga. Ahora, me gustaría introducir formalmente a Nikki Newman, de la comedia de Apple TV+ Intentando…al exclusivo club de las madres de la televisión que vale la pena correr a casa.

Es una distinción que ya debería haber sido concedida. A lo largo de las dos primeras temporadas de la comedia británica, Nikki, interpretada por Esther Smith, y su pareja Jason (Rafe Spall) “intentan” adoptar un niño. (En el piloto, la pareja londinense es informada rápidamente de que la fecundación in vitro no tendrá éxito, no importa cuántas veces lo intenten). Y así se embarcan en el agotador viaje hacia la adopción, con su riguroso programa de entrevistas e inspecciones y sus notoriamente largas esperas, un hábil giro sobre lo que significa “intentar” tener hijos. Nunca se cuestiona que Nikki deba ser madre, sino que la burocracia amenaza con interponerse en el camino. Pero en el emotivo final de temporada del año pasado, Nikki y Jason fueron aprobados (provisionalmente) para adoptar a Princess, una niña que iba a ser separada de su hermano aún más pequeño, Tyler.

Y así, en la tercera temporada, vemos a Nikki ser la madre por la que tanto ha luchado. Lo consigue desde el primer obstáculo cuando insiste en quedarse con Tyler, que se esconde en el coche familiar. Pero la mayor parte de la maternidad no es una gran heroicidad. Es acordarse de llevar una botella de agua a todas partes. Es saber el tipo de sangre de todos. Es tomar un millón de pequeñas decisiones sin darte cuenta.

Lo que más me gusta del estilo de maternidad de Nikki es la naturalidad con la que su nuevo papel parece adaptarse a ella, incluso cuando la vemos luchar por ello. La serie hace una cuidadosa distinción entre ser una madre sin esfuerzo y una madre natural. Cuando empecé a ver Gilmore Girls cuando era adolescente, me encantaba la conversación entre Lorelai y su hija de 16 años, Rory, cuyo nombre real también era Lorelai. (Me encantaba.) Comían comida basura juntas y bebían café de cafetería. De vez en cuando tenían sus peleas, pero la mayoría de las veces su relación era fácil. Para mis ojos de adolescente, ésta era la madre ideal de la televisión: de pelo largo y relajado, siempre dispuesta a una maratón de películas. Es como si los Lorelais ni siquiera tuvieran que intentarlo.

Nikki, en cambio, siempre se esfuerza. Y creo que muchas madres -incluida yo misma- se reconocerán en una mujer que es madre de sus hijos instintivamente y con mucho esfuerzo. Cuando Princesa la aleja, por ejemplo, Nikki primero intenta esperar a que se le pase la rebeldía (sí, claro). Luego intenta ganarse a Princesa mimándola (no funciona), y después se sumerge en las aguas del amor duro (ni siquiera). Se castiga a sí misma aunque no haya hecho nada malo. Así es la paternidad: un millón de mejores intentos y, sobre todo, microajustes.

Por desgracia para Nikki, los niños se encariñan con Jason, que deja su trabajo para ser su principal cuidador, casi inmediatamente. Para ser justos, él tiene escrito Fun Dad, otro tropo clásico de la televisión, por todas partes. Pero es Nikki, cuyo enfoque de la crianza de los hijos es de alta empatía y de baja aspiración en la búsqueda en Google, que se siente como un padre del Salón de la Fama de la televisión para mí. No es fácil para ella ponerse en los zapatos de Princess, pero el deseo de tratar de entender a sus hijos es infalible. En el estreno de la tercera temporada, Nikki le dice a su hija, que no ha tenido una situación de vida estable en quién sabe cuánto tiempo, que es un “poco suricata”, una preocupada siempre al acecho del peligro. Se me saltaron las lágrimas. Más de una vez en esta temporada, Nikki se explicará a sus hijos de manera que transforme las partes duras de sus personalidades en adorablesactivos.

Me han convencido de que Intentando es la serie más dulce de la televisión desde que se estrenó en 2020. Todos los personajes rotos están cariñosamente rotos; el conflicto, aparte de la cuestión de la inminente paternidad de Nikki y Jason, es en su mayor parte de bajo riesgo. En una serie más fría, quizá la adopción no sería la bendición sin paliativos que parece aquí. Pero hay muchas series que hablan de lo duro que es ser padre y quizás no se atreven a ser tan sentimentales al respecto. A veces, era difícil ver cómo Nikki pasaba de ese momento oscuro en la consulta del médico a éste, llevando un bolso cargado con tantas botellas de agua de otras personas. Para Nikki, la maternidad es una especie de deseo cumplido, y han sido necesarias dos dolorosas temporadas de intentos para que se erija -por fin- en la mejor madre de la televisión.

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