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Pesadilla antes de Navidad en concierto, reseña: Danny Elfman y Phoebe Bridgers se unen para una noche espectacularmente espeluznante

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¿Qué es esto? ¿Qué es esto? ¿Una proyección de una película de Halloween en Navidad? Aunque algunos crean que esta producción en directo del musical de Tim Burton de 1993 llega tres meses tarde, la representación de esta noche demuestra de una vez por todas que Pesadilla antes de Navidad es un espectáculo alegre, estridente y, sobre todo, festivo festivo. Olvídate de las bestias y los hombres del saco.

Esta noche, el famoso compositor Danny Elfman da vida al mórbido cuento de hadas, invocando su espíritu y sus espeluznantes cancioncillas en el OVO Wembley Arena de Londres, donde se han reunido los fans, algunos con el cuerpo pintado de azul a lo Sally. Elfman cuenta con ayuda. Le acompañan los miembros originales del reparto de voces Randy Crenshaw, Greg Proops y el formidable Ken Page como Oogie Boogie, así como medio centenar de músicos cortesía de la BBC Concert Orchestra dirigida por John Mauceri. Phoebe Bridgers es una novedad en el cartel. La ganadora de un Grammy, de 28 años, se mete en la piel de Catherine O’Hara para interpretar a la romántica muñeca de trapo Sally. El año pasado, Billie Eilish hizo los honores junto a Elfman en Los Ángeles.

El ambiente se crea con un montaje de las primeras ilustraciones de Burton para la película, acompañadas de un popurrí orquestal de sus momentos musicales más queridos. Es sorprendentemente emotivo, un homenaje al arte que hay detrás de la magia. La película es, como siempre, maravillosa. Ver en la gran pantalla a las deliciosamente dementes creaciones de Burton (Mamá Cadáver y Gran Bruja) no pasa de moda. Sin embargo, todos ellos, incluso el payaso con cara de lágrima, son superados por Elfman, que entra en escena luciendo una melena pelirroja y un traje a rayas en un guiño sartorial a su héroe deprimido Jack Skellington.

No hay conexión más clara, sin embargo, que su voz al deslizarse por los acordes iniciales de “Jack’s Lament”. Es increíble lo familiar que suena Elfman. En canciones llenas de energía como “What’s This” y “Poor Jack”, esa voz es mutable, fingiendo amenaza un segundo y asombro con ojos soñolientos al siguiente. Mientras canta, Elfman es juguetón: merodea y acecha, pisa fuerte y se agacha. Pone mala cara y saca la lengua a la cámara, y parece una ilustración de Tim Burton hecha realidad. A sus casi 70 años, Elfman, que este verano ofreció una alocada actuación en el festival de música Coachella, no ha perdido ni un ápice de su brío. A esa energía se une una excelente y estruendosa orquesta, además de un puñado de cantantes encargados de dar vida a las partes musicales más pequeñas pero cruciales.

Bridgers como Sally es un acierto de casting. Desde su irrupción en 2017, se ha convertido en sinónimo tanto de su espeluznante estética como de la música exquisitamente desgarradora que hace; Bridgers actúa habitualmente vestida con un mono de esqueleto. A principios de este año, sus actuaciones en la Brixton Academy, para las que agotó todas las entradas, se deleitaron con una macabra caricatura: lápidas cutres como escenografía y niebla rodando alrededor de sus tobillos. En el universo Bridgers, Halloween dura todo el año. Llega al escenario con “Sally’s Song”, su único tema en solitario. El original, interpretado por O’Hara, es inimitable. La voz nasal de niña de O’Hara es nítida y entrecortada en esta balada de desamor. En cambio, Bridgers le da a Sally algo propio: un ligero y ágil falsete que se desliza sobre la letra como un fantasma que pasa.

Los mayores aplausos, sin embargo, están reservados para el deliciosamente detestable antagonista de Ken Page. Una película de Disney vive y muere por su villano, y Oogie Boogie es un malo de primera categoría. Puede que hayan pasado casi 30 años desde que puso voz al personaje, pero Page no se pierde ni un detalle. El venerado actor rezuma carisma cuando sube al escenario contoneando las caderas. El tema jazzístico, en el que Oogie Boogie se burla de su cautivo Santa Claus, o Sandy Claws, como lo llaman (“¡Es viejo! ¡Es feo!”), es contagioso, en gran parte gracias a su atronador y meloso barítono. Page interpreta sólo una canción, pero es lo más destacado de un espectáculo repleto de ellas. Como una especie de bis, Elfman interpreta su propia versión del tema, pero admite que nadie lo hace mejor que Page. Hay que admitir que Elfman se acerca.

Y al final de la velada, los corazones se calientan y la nostalgia es palpable. Un sentimiento navideño donde los haya. Sandy Claws estaría orgulloso.

Pesadilla antes de Navidad en concierto’ se representa en el OVO Wembley Arena los días 9 y 10 de diciembre.

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