¿Podrían las estaciones de energía solar en órbita ser el camino hacia un futuro de red cero?

Ta actual crisis energética es todo menos un fenómeno nuevo. Con el tiempo, la motivación política para las nuevas tecnologías puede cambiar, pero para la comunidad científica el reto sigue siendo el mismo. La investigación en energías alternativas cuesta dinero y no hay nada como un conflicto armado para poner a los políticos de tu lado.

A mediados de los años 70, se trataba de encontrar la respuesta a la guerra del Yom Kippur. En 1980, era una reacción a la revolución islámica en Irán. Fue en esta incursión que la industria espacial decidió poner su remo en el agua y sugerir que los humanos serían capaces de producir energía ilimitada en el espacio exterior y luego transportarla de vuelta a la Tierra sin contaminación y a coste cero.

El proyecto Apolo acababa de terminar y los científicos de los cohetes se encontraban en un callejón sin salida. Por esta y otras razones, la agencia espacial estadounidense Nasa se metió de lleno en la energía solar en órbita y se escribieron muchísimos informes optimistas sobre la posibilidad de salvar el mundo mediante dispositivos en órbita geoestacionaria. Esta opción habría evitado perfectamente problemas tan molestos como la Opec (Organización de Países Exportadores de Petróleo), el nuevo gobierno de Irán y el trabajo organizado.