By 
Dir: Kogonada. Protagonistas: Colin Farrell, Jodie Turner-Smith, Justin H Min, Malea Emma Tjandrawidjaja, Haley Lu Richardson. PG, 96 minutos.
Después de Yang no encuentra miedo en el futuro, sólo malestar existencial. Ambientada en un tiempo no muy lejano, la película sigue a Kyra (Jodie Turner-Smith) y Jake (Colin Farrell) mientras se enfrentan a un robot roto. Habían comprado a Yang, un androide reformado encarnado por Justin H Min, para que les ayudara a familiarizar a su hija adoptiva Mika (Malea Emma Tjandrawidjaja) con su cultura china nativa. Pero Yang ha dejado de funcionar. El androide aparece borrosamente en el fondo de la película, desplomado contra una pared. Un cadáver que no es un cadáver.
Así pues, Jake intenta arreglar a Yang, un empeño que le lleva a descubrir un chip implantado en el cuerpo del robot. No se trata de un programa espía, como sospechaba en un principio, sino de un extraño banco de memoria experimental que ha archivado los segundos más memorables de cada día. Al ver las imágenes, Jake descubre recuerdos de Yang junto a su familia, así como pruebas de una inesperada relación entre Yang y otra androide, Ada (Haley Lu Richardson).
Adaptación de un relato corto de Alexander Weinstein, Después de Yang es la segunda película del ensayista coreano-americano convertido en cineasta Kogonada. En ella se dan vueltas a muchas de las mismas ideas que en el debut de Kogonada Columbus – un drama igualmente apagado sobre el florecimiento de la amistad entre dos desconocidos (John Cho y Haley Lu Richardson) que se desarrolla en una ciudad de Indiana famosa por su arquitectura modernista.
Ambas películas se centran en la relación indisoluble entre el alma y las cosas que crea, en cómo se nutren mutuamente y se dan significado. En este caso, las creaciones en cuestión son seres humanos sintéticos, acogidos en familias como hermanos adoptivos. Yang ha criado a Mika. Es tanto un producto comercial como un miembro de la familia. ¿Hay alguna esencia de humanidad enterrada en su interior?
La visión de Kogonada del futuro cercano no evoca las emociones de la estética ciberpunk. En su lugar, todo es madera escandinava, consumismo banal y el tipo de iluminación fluorescente poco favorecedora que se encuentra en los edificios de oficinas. Farrell, gracias en parte a su trabajo con el aclamado director Yorgos Lanthimos, cuyas enigmáticas películas (La langosta, La Favorita, El asesinato de un ciervo sagrado) siempre se han apoyado en interacciones rígidas y ajenas a la realidad- ha ofrecido actuaciones cada vez más apagadas (The Batman aparte de las payasadas). Y aquí se desenvuelve bien, en el papel de un hombre introspectivo que regenta una tetería y que, me gusta imaginar, susurra todos sus secretos en una taza humeante. La interpretación de Turner-Smith, algo más optimista, como madre que se siente cada vez más culpable por su ausencia, es el contrapunto necesario de la película y la fuente de tensión dramática.
El seudónimo Kogonada es un guiño al guionista Kogo Noda, famoso por sus colaboraciones con el estimado director japonés Yasujirō Ozu. Esa influencia siempre ha estado presente en la obra de Kogonada, pero resulta especialmente fascinante ver cómo Después de Yang recupera la tendencia de Ozu a que los personajes se dirijan directamente a la cámara. Aquí, Kogonada lo presenta como un síntoma de un futuro tecnológico. Es casi como si todo el mundo en su película estuviera tan acostumbrado a hablar con los demás a través de pantallas digitales que sus cuerpos se han vuelto rígidos y estáticos. Nadie se mueve si no es necesario. Como Después de Yang sugiere suavemente, ya no hay una forma de concebirnos a nosotros mismos que esté totalmente desvinculada de la tecnología. Los nervios y los circuitos, inevitablemente, trabajan todos hacia los mismos objetivos.
After Yang’ se podrá ver a través de Sky Cinema a partir del 22 de septiembre
Comments