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Reseña de Nina Nastasia, Riderless Horse: El sonido de la supervivencia

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“Seré la que elija la vida sobre la enfermedad/ y oh qué precio pagaré” canta Nina Nastasia en Caballo sin jinete. Se trata de un confesionario acústico, crudo y agudo, de esta cantautora de 55 años. No ha grabado un disco desde 2010, cuando, según dice, “decidió dejar de dedicarse a la música… debido a la infelicidad, el caos abrumador, la enfermedad mental y mi relación trágicamente disfuncional con Kennan…”. [Gudjonsson].”

Gudjonsson fue el compañero de Nastasia en la vida y en el arte durante casi 30 años. Apareció junto a ella, en un malhumorado blanco y negro, en el arte de la portada de su aclamado álbum de debut, Perros (2000) y se mantuvo obsesivamente comprometido con su carrera, empujándola a perfeccionar cada uno de sus cinco LPs posteriores. “Éramos la familia del otro”, dice en un comunicado que acompaña a Riderless Horsepero el abuso, el control y la manipulación eran constantes. Nos escondíamos. No queríamos que nadie viera lo feas que podían llegar a ser las cosas, así que nos aislamos cada vez más de nuestros amigos y familiares. Estábamos perdidos”.

Con dificultades económicas y atrapados en un minúsculo apartamento plagado de moho, la pareja intentó automedicarse con medicamentos psicodélicos, lo que desencadenó una psicosis en Nastasia. Ella pasó un año en cama y dejó a Gudjonsson el 26 de enero de 2020. Él murió por suicidio al día siguiente, y ella resolvió “mudarse de ese apartamento, recordar el humor, encontrar el humor, contar la verdad y grabar un disco”. Sólo una mujer, una guitarra y algunas bandas sonoras periféricas: una botella abierta y vertida.

Caballo sin jinete fue producido por el viejo amigo de Nastasia, Steve Albini (Nirvana, PJ Harvey, Pixies, etc.), que ha ayudado a perfeccionar su música vanguardista y lo-fi desde el principio. Defensor de la ingeniería analógica desde hace mucho tiempo, utiliza micrófonos rusos de los años sesenta y setenta para grabar la desgarrada guitarra acústica de Nastasia, de forma que los oyentes sean conscientes de los incómodos centímetros de aire que hay entre ellos y sus íntimas confesiones de codependencia tóxica. Podrías estar sentado, con la piel erizada, en la primera fila de una tensa noche de micrófono abierto mientras ella canta en “Hunger”: “Ha nacido para abusar/ La violencia le excita/ Está conectado de esa manera… y yo digo basta/ una y otra vez/ una y otra vez/ hasta que todo se desvanezca”.

Estos momentos terribles se equilibran con aquellos en los que Nastasia celebra las travesuras infantiles de la pareja y su profunda y creativa conexión. En la juguetona “Blind as Batsies” ella jura: “Iré contigo a donde sea/ A cavar agujeros en busca de tesoros enterrados/ A terminar el día sólo con nuestros pies sucios”. En “Lazy Road”, recuerda la seguridad de una “sobria cena nocturna” con “el fuego encendido para mantenernos calientes”. Pero cada aventura termina con los huesos rotos, las almas magulladas.

Nastasia siempre ha escrito melodías que dan vueltas con facilidad hasta que te atrapan, como remolinos, con peligrosas disonancias. Así, “Just Stay In Bed” se balancea lentamente entre dos acordes suavemente recogidos hasta que la extraña corriente del estribillo agita el estado de ánimo y ella canta: “Puedo estar quieta como un estanque cuando los nenúfares se mantienen a sí mismos sin dirección en la mano/ Siempre estás yendo y fluyendo como los ríos que chocan contra las rocas y saben cómo aterrizar”. En “You Were So Mad” hace un truco similar y se pregunta si, en lugar de marcharse, debería haber dejado que el “temeroso” Gudjonsson le diera otra “colleja”. En “Trust” se encuentra con una dulce carcajada que se adentra en la “noche más negra”. En “Roundabout”, suspira por las noches bajo la luna con un medio canto bostezante.

Tal vez no resulte sorprendente para una mujer que comenzó su carrera cantando sobre perros, que haya una cualidad canina distintiva en su voz, en su capacidad para inclinar hacia atrás su garganta y dejar que las notas caigan en la parte posterior de una mandíbula fuerte y resonante. También hay una resignación canina en su tono en “Afterwards”, cuando acepta que “juzgarme” es parte de “amarme” y en “This is Love”, donde se desploma: “Supongo que me quedaré en el infierno contigo si esto es amor/ Lanza un puñetazo o dos y recibe unos cuantos y luego se eleva”.

Caballo sin jinete obviamente no es una escucha fácil. A veces, como en “Go Away”, se vuelve sucio. Pero su búsqueda de la verdad también ofrece poesía y una liberación reposada. Como fan desde hace mucho tiempo, me alegra escuchar a Nastasia cantando “I’ll still move on” como lo hace contra el áspero rasgueo de “The Two of Us”. Es el sonido de la supervivencia.

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