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Reseña de Sam Fender, Glastonbury 2022: Rock de guitarra de nivel básico dirigido a la radio

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“Los chicos y yo nunca hemos estado aquí antes”, admite Sam Fender, y quizá tres o cuatro miembros de su público del Pyramid Stage, que llena el campo, se sorprendan. Su música no está precisamente impregnada de las sidras psicodélicas ni de la mentalidad de la 12ª dimensión de este valle místico. Más bien, es un rock de guitarra de nivel básico, dirigido a la radio, The Courteeners con ruedas de entrenamiento.

Nosotros lo llamaríamos educadamente “indie de lista de reproducción”, un fenómeno liderado por el descaro que ha evolucionado a partir del exceso de rock de himno post-Oasis y el éxito monumental de los aburridos del folk de estadio Mumford & Sons. Ha conquistado Reading & Leeds y, a juzgar por el vasto y entusiasta público de Fender, es el príncipe recién coronado que invade Glastonbury con el material.

A diferencia de la mayoría de los rockeros indie de la lista de reproducción -que querrían convencernos de que son tan punk como los Pistols o tan hoscos como una pandilla de Gallaghers mientras, fundamentalmente, mantienen a Jo Wiley firmemente de su lado- Fender conoce su papel como Mi Primer Héroe Indie. Nos introduce con un poco de rock radiofónico en “Will We Talk?” y “Getting Started”, y luego va subiendo el tono. “The Borders” pasa un par de minutos agradables como el pop de Tom Petty, antes de que Fender pruebe las aguas con un rasposo solo de guitarra new wave, un estallido de pura abrasión rockera rápidamente sudocreado con un brillante solo de saxofón ochentero de un tipo con sombrero de cubo y camiseta del Newcastle United.

Sintiendo que podemos soportarlo, Fender nos advierte de que está a punto de tocar dos canciones punk y se lanza a “Spice” y “Howdon Aldi Death Queue”, la evocación más visceral de la paranoia pandémica que se ha escrito mientras ladra “woah, woah, woah, ¡son menos de dos metros!” a un prepotente antimáscara en un supermercado de descuento.

Hay una mordacidad y un estruendo reales en estas melodías, que insinúan que aún podría aspirar a la clase magistral de alt-rock de Wolf Alice de antes, y que prometen un futuro legítimamente emocionante si se arriesga a construir sobre ellas. Por ahora, sin embargo, está atendiendo a las masas de streaming, por lo que rápidamente vuelve a los suaves himnos de rock. “Seventeen Going Under” es un suave masaje rockero de bravuconería, mientras que “Spit of You”, dedicada a su padre, es un eco del conjunto de Crowded House.

El soul-pop “Saturday” se adentra en el terreno de juego de Paolo Nutini, y en el momento en que se sienta ante un piano adornado con una bandera del Newcastle United, bebe un trago de Newkie Brown Ale y dedica “The Dying Light” a su ciudad natal (pista: no es Winchester), su David Gray interior empieza a aparecer.

Aún es pronto. Si cruzamos los dedos, Fender se inclina por dirigir su popularidad hacia fines más desafiantes.

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