Es imposible no pasarlo bien en el NOS Alive. Por ejemplo, el escenario: los muelles cubiertos de astros del Passeio Marítimo de Algés (Portugal), flanqueados por el caudaloso río Algés a un lado, y las alegres casas de color amarillo y rosa de Lisboa al otro. El trayecto hasta el recinto del festival pasa por delante de algunas de las mejores arquitecturas de la ciudad, desde la Torre de Belém, del siglo XVI, hasta el Ponte 25 de Abril, un llamativo puente colgante que une la ciudad con Almada. Además, está el clima. Para los amantes del sol, es ideal: el calor portugués comienza a levantarse a primera hora del día, y las frescas brisas del río proporcionan un respiro hasta la noche.
El primer día es el más flojo en cuanto a tráfico peatonal, pero la menor afluencia de público no impide que las multitudes se hagan notar. En el escenario Heineken, la banda de rock irlandesa Fontaines DC tiene al público del miércoles en la palma de la mano. Si la carpa tuviera paredes, el sudor se derramaría por ellas; el calor de las primeras horas de la noche deja a los fans húmedos pero alegres después de un intenso moshing al son de “Boys in the Better Land”. A medida que avanza el festival, el vértigo se mantiene. El jueves por la tarde, Celeste hipnotiza con su voz potente y nítida.
El punto culminante del día -quizás el más destacado de todo el festival- llega más tarde con Florence + The Machine. Alternando su lista de canciones con temas nuevos, como “King”, y otros clásicos, como “Dog Days Are Over”, Florence Welch baila y da vueltas por el largo escenario en una fantástica demostración de resistencia. En un momento más vulnerable, comparte que “Never Let Me Go”, de 2011, ha quedado fuera de su lista de canciones durante años, ya que le recuerda un momento triste de su vida. Cuando la canta ahora, el público evidentemente siente su potencia: se le pone la piel de gallina. Al llegar al doble bis de “Shake It Off” y “Raise It Up”, el ambiente es francamente festivo.
En su debut en Portugal, el grupo indie Sea Girls tiene una gran afluencia de público el viernes en el escenario Heineken. Un pequeño grupo de fans acérrimos se mezcla con los recién llegados, pero todo el mundo acaba cantando al ritmo del gancho antémico de “Ready for More”. En el escenario principal, AJ Tracey, lo mejor del oeste de Londres, hace que el público se mueva al ritmo de “Ladbroke Grove”. Un rápido vistazo a las filas de camisetas negras con logotipos puntiagudos demuestra que muchos de los que están en la parte delantera del escenario han acampado para Metallica. Sin embargo, parecen intrigados por el rapero fresco y recogido, no perturbados. Royal Blood continúa electrificando al público, ordenando que nos volvamos más salvajes durante sus estruendosos singles “Trouble’s Coming” y “Figure It Out”. A pesar de estar bebiendo una botella de tequila durante todo el concierto, el batería Ben Thatcher nos mantiene cautivados con solos de una complejidad asombrosa y una precisión increíble.
Para cuando llega el turno de Metallica en el escenario, el bullicio es máximo y miles de personas aplauden su llegada. “Después de 41 años, seguimos pateando culos”, declara el líder James Hetfield. Es un punto justo. A pesar de ser un recién llegado a los pioneros del metal, me uno a los fieles seguidores en el snakepit, a pocos metros de la banda en la última fecha de su gira europea. La actuación es un verdadero espectáculo: estos cuatro jinetes del apocalipsis se empeñan en ofrecer a su público una noche para recordar. Las interpretaciones de las canciones favoritas como “Nothing Really Matters” y “Enter Sandman” son trascendentales, especialmente cuando están rodeados de miles de fans incondicionales.
El sábado, la banda hermana de tres miembros, Haim, abre el espectáculo con la aparentemente optimista “Now I’m In It”, cuya alegre instrumentación contrasta con temas líricos más oscuros. Para cuando Da Weasel sube al escenario, el público, que está lleno de sudor, ya está entusiasmado. El grupo portugués de hip-hop/rock es todo un acontecimiento; incluso los fans, ocupados en comprar cervezas, no pueden evitar unirse a la letra de su éxito de 2004, “Re-tratamento”. Por su parte, el escenario del fado se llena constantemente de aficionados que esperan ver las actuaciones de Sara Correia y Marco Rodrigues, dos ejemplos de jóvenes artistas que reviven este género centenario caracterizado por la guitarra acústica y las voces apasionadas y lúgubres. Para Phoebe Bridgers, que vuelve al escenario Heineken, hay una emoción diferente: los fans están enamorados y quieren que ella lo sepa. Para “Graceland Too”, Bridgers apenas necesita cantar una palabra: el público la apoya.
Por último, todas las miradas se dirigen a Imagine Dragons para su cierre digno de un estadio en el escenario principal del sábado. La interpretación de “Believer” hace temblar el suelo, y una lluvia de confeti rojo a los 20 minutos de su actuación provoca una cantidad adecuada dede la noche. Vestido con un chaleco de malla y unos sencillos pantalones cortos negros, el cantante Dan Reynolds es magnético; no importa en qué parte del recinto del festival te encuentres, es imposible ignorar su potente voz.
Hay una atmósfera de diversión y cordialidad que se siente completamente única en Nos Alive. A pesar de estar centrado sobre todo en el rock y la electrónica, el festival, que ya lleva 14 años, hace bien en integrar la música tradicional de fado de Portugal y la escena de la comedia stand-up, además de dar a los artistas de rap, pop y soul su tiempo para brillar. Venga por Lisboa (y los incomparablemente deliciosos pastéis de natas), quédese por la promesa de pasar un buen rato.
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