Reseña de Placebo – Never Let Me Go
Brian Molko odia que le miren. En las entrevistas para promocionar el primer álbum de su banda en nueve años, el líder de Placebo apartaba la mirada del objetivo de la cámara o la apagaba por completo. “No quiero verme a mí mismo”, canta en “Hugz”, una vorágine de guitarras y sintetizadores chirriantes. “Sólo quiero ocultarme”.
Never Let Me Go amplía la disociación que Molko encapsuló para tantos adolescentes incomprendidos de los noventa, aplicándola ahora a toda la especie humana. La canción “Try Better Next Time” muestra a los animales retozando en el bosque, ajenos a su destino en la mesa, y Molko aparentemente espera que llegue el momento en que no les molestemos más. “Nací fuera del tiempo, no estoy destinado a estar aquí”, canta con su característico tono nihilista.
En “Chemtrails” ansía escapar, temeroso de su propia violencia innata; en “Went Missing” desaparece por completo del planeta Tierra, y en ella los sintetizadores se deslizan contra sus bajos murmullos como la marea entrante. Cuando el mundo parece cada vez más impredecible, es reconfortante saber que Placebo siguen aquí, cantando sobre el fin de todo.
Aldous Harding review – Warm Chris
En una entrevista reciente, Aldous Harding describió el intento de reunir las ideas que se arremolinan en su cabeza. La neozelandesa se refirió a ellas como “personas”, lo que explica que, en su cuarto álbum, Warm Chrissuena como 10 artistas, no como uno.
Cada canción tiene al menos una voz única; algunas tienen dos o más personajes que se disputan la posición. Canta con un falsete aflautado en “Ennui” sobre el piano y los sombríos toques de viento. “She’ll Be Coming Round the Mountain” es una canción de caña al estilo de Waxahatchee sobre teclas arpegiadas; “Leathery Whip”, que se cierra con un órgano, salta de un lacónico estilo de Rufus Wainwright a un gruñido de Nick Cave y Patti Smith, y luego a su chirriante amorío. Es deliciosamente extraño.
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