Fara los fans de Beyoncé, la agónica espera de un nuevo álbum ha terminado. Después de un mes de presentación, incluido el lanzamiento del single principal “Break My Soul” en junio, la artista estadounidense ha lanzado oficialmente su séptimo álbum de estudio, Renaissance. Cuando reveló el título del proyecto el mes pasado, declaró su intención de que sirviera de espacio seguro para su creatividad, libre de juicios. “Un lugar para liberarse del perfeccionismo y el exceso de pensamiento”, dijo. “Un lugar para gritar, liberarse, sentir la libertad”. A lo largo de 15 temas, nos muestra exactamente lo que quiere decir. Una mezcla de baile, disco, house y soul, Renaissance es una celebración, sin baladas lloronas a la vista. Desde el primer tema, “I’m That Girl”, Beyoncé nos dice que ha crecido, que se ha liberado y que no responde a nadie más que a sí misma.
El álbum podría significar el inicio de una nueva era para la fuerza del pop de 40 años. Pero más que eso, Renaissancees un ejemplo de cómo las decisiones creativas de Beyoncé causan estragos en todo el mundo. A pesar de que una filtración de última hora hizo que el álbum estuviera disponible antes de tiempo para aquellos que no podían esperar, la mayoría de los fans aguantaron hasta que el reloj marcó la medianoche del viernes 29 de julio. Una experiencia Beyoncé debe ser auténtica, por supuesto. En cuestión de minutos, el álbum se disparó a la cima de las listas de éxitos y unificó los timelines de las redes sociales de la forma en que sólo un lanzamiento de Beyoncé puede hacerlo. Tanto si eres un súper fan como si eres más neutral ante el fenómeno Bey, es innegable que tiene un control único sobre la atención del público. Y no va a aflojar pronto.
Para los que están inmersos en la colmena de Bey, hay poco debate sobre el momento en que el poder de Beyoncé se convirtió en un hecho indiscutible. El viaje comenzó en 2003, cuando un paréntesis de Destiny’s Child le dio el espacio para lanzarse como artista en solitario con Dangerously in Love. Más adelante, el lanzamiento de “Single Ladies” de su I Am… Sasha Fierce hizo que la frase “put a ring on it” se convirtiera en una parte indeleble de los anuncios de compromiso. Pero el momento que realmente marcó el futuro de Beyoncé como reina reinante del pop llegó la mañana del 13 de diciembre de 2013, cuando la entonces cantante de 32 años lanzó su quinto álbum en iTunes. Titulado simplemente BEYONCÉ, el disco venía acompañado de vídeos musicales, colaboraciones y merchandising, y sin previo aviso.
En aquella época, la idea de sorprender al mundo con un proyecto completo, sin promoción, era novedosa. Los lanzamientos de los álbumes se planificaban cuidadosamente y los singles se presentaban de manera uniforme como una muestra de todo el proyecto. Se esperaba que los artistas dieran a conocer su producto al mundo a través de entrevistas, portadas de revistas, actuaciones en directo y anuncios de televisión. BEYONCÉ fue un cambio de juego, y su lanzamiento generó más de 1,2 millones de tweets en 12 horas. Desde entonces, otras estrellas de Beyoncé, como Taylor Swift, Eminem y Drake, han utilizado el mismo método para presentar sus álbumes de una forma que genera tanto debate -o más- que si se hubieran embarcado en la campaña tradicional. En 2015, el viernes se había convertido en el día de lanzamiento acordado a nivel mundial para la nueva música: el éxito de BEYONCÉ es ampliamente acreditado por el impacto de esa decisión.
Su amor por una buena sorpresa continuó con “Formation” en 2016. Esta canción y el vídeo no solo se difundieron por primera vez en Internet a través de un enlace de YouTube que no figuraba en la lista, sino que el contenido en sí mismo demostró ser algo que exigía una atención inmediata. Con letras como “I love my negro nose and Jackson Five nostrils”, un vídeo repleto de referencias a la cultura negra sureña y secuencias de agentes de policía levantando las manos en señal de “no disparar”, “Formation” fue la primera vez que Beyoncé incorporó activamente las experiencias negras en la vanguardia de su producción creativa. Un viral SNL sobre “El día en que Beyoncé se volvió negra” se burló de la indignación de los espectadores conservadores; por supuesto, su raza nunca ha cambiado, pero “Formation” se apartó del trabajo, en gran medida no politizado, que había realizado en el pasado.
Entonces Beyoncé exprimió unos cuantos limones más e hizo Lemonade, el álbum visual de 2016 que abordaba temas como la infidelidad, el desafío, la ira y el perdón, al tiempo que llamaba la atención sobre los problemas generacionales específicos a los que se enfrentan las mujeres negras. Quizá lo más impactante de todo fueron las historias personales que se entretejieron en el disco, incluidas las insinuaciones de que el marido de Beyoncé -el rapero y magnate de los negocios Jay-Z- le había sido infiel. Para una mujer que había…y sigue manteniendo su vida privada, esta fue una extraordinaria mirada a su vida entre bastidores.
Puede que haya pasado seis años antes de publicar otro álbum en solitario, pero Beyoncé apenas ha salido del discurso cultural desde entonces. Ha habido Everything Is Love, su álbum conjunto y reconciliador con Jay-Z. Su espectacular cabeza de cartel en Coachella en 2018, que incorporó una banda de música y tradiciones de las universidades y colegios históricamente negros de Estados Unidos, fue nominado a un Emmy tras su estreno en Netflix en 2019 bajo el título: Homecoming. Entonces, El regalo Beyoncé colaboró con artistas africanos en un álbum ecléctico que se ajustaba a la película de acción real El Rey León. En 2020, El negro es el rey proporcionó la suntuosa compilación visual que lo acompañaba y, al igual que los proyectos anteriores, tuvo a Internet diseccionando canciones y escenas durante semanas.
Casi tres décadas de carrera de Beyoncé, Renaissance nos muestra una faceta más de esta atrevida e incomparable artista. A pesar de que durante años la política y la angustia han sido características clave en su trabajo, su lado sexy está en primer plano esta vez. Las predicciones de “Church Girl” se van por la ventana cuando nos ordena “dejarlo caer como un thottie”, mientras celebra sus crecientes activos (tanto el culo como el dinero) en “Thique”. La música house es el corazón que late en este nuevo disco, y el muestreo de iconos queer como Big Freedia, Ts Madison y Honey Dijon da al disco una energía claramente alegre y asertiva. Es sólo la primera parte de una trilogía planeada, así que una cosa es segura: el poder de Beyoncé no va a decaer pronto.
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