El oratorio histórico de Haendel Theodora es una de sus obras más sublimes. Y el hecho de que la nueva producción de Katie Mitchell se presente como un feminismo de vanguardia, con dos bailarinas de barra de alta gama haciendo sus cosas casi desnudas, ciertamente ha atraído al público.
El argumento es sencillo. Teodora es miembro de una secta cristiana proscrita, y el emperador romano Valens la condena a servir como prostituta en el templo de Venus. Pero, en lugar de ello, busca el encarcelamiento y la muerte y, tras ser rescatada temporalmente por su amante Dídimo, va con él al glorioso martirio.
Como dice el biógrafo de Händel, Jonathan Keates, el concepto esencial no es la contemplación de una simple cursilería religiosa, sino de los valores humanos perdurables que inducen a la gente a sufrir por grandes causas. Esto es lo que impulsa el sublime dúo en la ejecución de la pareja. Hay que recordar que se trata de un oratorio, no de una ópera, y que no estaba destinado a ser escenificado: Haendel y sus contemporáneos lo consideraban música de concierto.
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