Tim Blake Nelson está agradecido de estar aquí. “Mi madre es una refugiada del holocausto”, dice la estrella de Watchmen y O Brother, Where Art Thou?con una voz que sólo se parece a medias al tono sureño que suele adoptar en la pantalla. “Ella y sus padres nos transmitieron el credo de que tenemos suerte de estar vivos; el mero hecho de estar aquí es algo que hay que ganarse. La vida debe vivirse en pos de tikkun olam.” Se refiere al concepto en el judaísmo, explica, que significa “reparar el mundo, dejarlo de alguna manera mejor que cuando llegaste”.
Lo mismo podría decirse de las numerosas apariciones de Nelson en la pantalla: este hombre de 57 años es un ladrón de escenas cuyo trabajo de carácter de primera calidad puede elevar una película, incluso si sólo tiene unas pocas líneas. Es capaz de sacar el humor y el patetismo de casi cualquier guión, aunque es más conocido por su envidiable repertorio de tontos y excéntricos, un nicho que ha habitado tan bien como cualquiera. “No me vas a poner en el papel principal de una comedia romántica”, bromea, desde su casa en Nueva York.
Para los devotos de los hermanos Coen, Nelson es una presencia familiar gracias a sus dos colaboraciones con ellos: como el naïf fugitivo Delmar O’Donnell en la odisea del tazón de polvo O Brother, Where Art Thou? (2000), y como el vaquero cantante titular en la magistral antología La balada de Buster Scruggs (2018). Nelson explica que le ofrecieron el O Brother papel -su avance- precisamente por su falta de celebridad. Los Coen sabían que iban a rodar en pantalla panorámica, con muchos planos de tres personajes del trío central de la película, y que esto requeriría una cantidad inusual de primeros planos del protagonista de la película, George Clooney. El otro compañero de Clooney en la banda, John Turturro, no tuvo inconveniente en ceder el protagonismo, pues ya había trabajado con Joel y Ethan Coen en Miller’s Crossing, Barton Fink y El Gran Lebowski. Pero para Delmar, los hermanos querían un actor que no pudiera permitirse la vanidad, que no “tuviera sus sentimientos heridos” por los frecuentes primeros planos de Clooney. Así que optaron por Nelson, entonces más conocido por su trabajo fuera de las cámaras como director de Eye of God, la adaptación cinematográfica de una obra de teatro que había escrito. El Delmar de Nelson era un poco menos que una Odisea: un hombre bondadoso pero sencillo que sigue a Clooney y Turturro con una credulidad inexpresiva.
Dos décadas después, Nelson se ha labrado una distinguida carrera, apareciendo en proyectos tan variados como el drama YA Holes, el thriller distópico Minority Report, comedia amplia Meet the Fockers, superproducción de Marvel El Increíble Hulk y su última película, el western indie Old Henry. Sin embargo, Nelson sigue siendo autocrítico sobre su condición de actor secundario. “Creo que la gente está convencida, con razón, de que el público no puede soportar más que mi cara”, bromea. “Póngame ahí arriba y el público podrá dar gracias a Dios por no tener tan mala cara como yo”.
Está siendo duro consigo mismo: hay algo específico e inusual en la cara de Nelson. Es algo que Nelson ha aprovechado en muchos de los papeles que ha aceptado, ocultando su aguda inteligencia detrás de esa misma sonrisa de bobo, esos ojos desarmantemente serios.
“Doy gracias a mis estrellas de la suerte por los Coen y sus acólitos, que se interesan por poner en la pantalla a gente que se parece más al resto de nosotros, o incluso un poco peor”, dice. “Me regocijo en la apreciación de la gárgola.
“Y, francamente, ese es el tipo de personajes que quiero ver. No estoy seguro de si es la forma en que me sentiría independientemente o si me he visto empujado a ello por la genética, pero me gusta que sea así. Cuando me puse en marcha hace 30 años, ésa es precisamente la carrera que fantaseaba tener”.
El último proyecto de Nelson El viejo Henry, al que se refiere como un “micro western”, le da la rara oportunidad de un papel principal. Interpreta a un granjero viudo cuyo pasado violento resurge después de que un hombre malherido sea descubierto cerca de su casa. Es una obra ajustada y atractiva con una modestia algo engañosa en su alcance. Ambientada en la zona rural de Oklahoma en el año 1906, la película hace un buen uso de su clásico telón de fondo escarpado. “Está elalcance de un verdadero western, pero también es una historia bastante íntima”, dice Nelson, “gran parte de la cual tiene lugar dentro o fuera de una casa muy pequeña. Trata de grandes ideas con un reparto muy pequeño y una relación impulsora entre un padre y un hijo”. Pero “hay otros aspectos”, dice, “que hacen de éste un western muy de nuestro tiempo”.
El más obvio es su reflejo del aislamiento pandémico. Nelson relaciona los intentos de su personaje por protegerse (“o, por así decirlo, poner en cuarentena”) a sí mismo y a su hijo de la “violencia y la corrupción del mundo moderno” con nuestra propia desconexión en los últimos dos años. “La película se concibió antes del brote, pero resuena con Covid de una manera realmente interesante”, explica.
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La pandemia le permitió a Nelson prepararse durante medio año para el papel, estudiando la figura real del Viejo Oeste en la que se basó (de forma un tanto especulativa) el viejo Henry, aunque suena un poco intenso. “Fue un proceso metódico que acabó implicando horas al teléfono cada día con [writer-director Potsy Ponciroli] mientras trabajaba en el guión”, explica Nelson. Aunque está claro que ha dado sus frutos: Nelson realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera, un volcán dormido de impulsos reprimidos y oscuridad oculta.
Nelson no empezó a adoptar este tipo de proceso hasta relativamente tarde en su carrera, cuando, hace aproximadamente una década, empezó a reconsiderar todo lo que sabía sobre la actuación. “Me gustaría poder volver atrás y representar de nuevo mis primeros 30 papeles”, dice. “Quizá incluso los primeros 50. En cierto momento, me volví complaciente”.
Una serie de películas que hizo con James Franco (Child of God, As I Lay Dying y El sonido y la furia) supuso un punto de inflexión en su proceso, alejándose de la pompa y el exceso de las películas de gran presupuesto. “El equipo, el reparto, el alojamiento en el plató, la paga… todo era realmente mínimo”, dice Nelson. “Eso purificó la forma en que empecé a ver lo que estaba haciendo. No pude permitirme el lujo de quedarme con el viejo enfoque que tenía. Porque con todo despojado, expuso mucha de la superficialidad en algunas de mis decisiones.”
El otro catalizador del cambio, dice, fue trabajar junto a Daniel Day Lewis en la película de Steven Spielberg Lincoln. “El hecho de estar cerca de su transformación absolutamente molecular en ese personaje y empezar a comprender la cantidad de trabajo que estaba poniendo en ello… Me dije a mí mismo: ‘He estado desperdiciando estas oportunidades que la suerte me ha brindado'”.
Entre las oportunidades que se le han presentado a Nelson a lo largo de los años se encuentran colaboraciones con Terrence Malick, Steven Spielberg (dos veces) y Ang Lee, así como varios trabajos de dirección propios. Pero sigue siendo selectivo a la hora de aceptar papeles. “Me han ofrecido muchos papeles en los que he pensado: ‘Bueno, esto será realmente emocionante de probar, pero puedes conseguir a alguien mejor'”, dice. “Hace poco, me ofrecieron un personaje que tenía una discapacidad auditiva y que se pasa la película haciendo señas o hablando a la manera de muchos discapacitados auditivos. Y pensé: ‘Qué reto tan interesante sería esto’. Pero le haría un flaco favor a la película si aceptara el papel.
“En el pasado me han ofrecido hombres gay extravagantes”, añade. “Siempre he sentido que eso parecería una tontería viniendo de mí. No es que no vaya a interpretar a un gay, pero un gay extravagante… puedes conseguir a alguien que lo encuentre más natural. Así que se trata más bien de intentar contenerme para no interpretar papeles en los que no me corresponde”.
Afortunadamente para Nelson, hay un montón de papeles en los que él hace pertenecer, aunque pocos de ellos ofrezcan un escaparate tan generoso como Old Henry. Acaba de aparecer en una escena crucial en la película de Guillermo del Toro El callejón de las pesadillasy se reunirá con el cineasta a finales de este año para la película de animación Pinochoen la que Nelson pone voz a El cochero (y consigue cantar). Está dispuesto a trabajar con Ridley Scott, Julia Ducournau, Gaspar Noe y Martin Scorsese (entre muchos otros), pero mantiene la esperanza en su proyecto soñado, una adaptación a la pantalla de su obra de teatro sobre Sócrates, que quiere que se filme al estilo de Stanley Kubrick Barry Lyndon,lo que significa mucha luz natural, “profundizando en cómo era realmente Atenas en el 400 a.C.”.
Si Nelson es un hombre inteligente que se ha hecho un nombre interpretando a personajes no tan inteligentes, tiene cuidado de evitar ser condescendiente con ellos. “Con Delmar, más que pensar que es estúpido, lo que pensé en cambio es que es inocente de conocimiento”, dice. “Si ves esta película, lo que espero que veas es a alguien en busca de ser más inteligente. Creo que la forma de humanizar a los personajes es simplemente queriéndolos como actor. No despreciándolos”.
Llámalo tikkun olam. Llámalo simplemente decencia básica. Pero Nelson es un actor que se está ganando su derecho a estar aquí, un papel profundamente humano a la vez.
‘Old Henry’ se estrena en Sky Cinema y NOW el domingo 20 de febrero
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