Una dieta rica en grasas de la madre puede modificar el cerebro de los bebés de sexo masculino y femenino de forma diferente, según sugiere una nueva investigación.
Este tipo de dieta podría provocar una mayor vulnerabilidad a los trastornos neurológicos en la descendencia al interrumpir la comunicación entre la placenta y el cerebro del feto.
Los investigadores descubrieron que la dieta rica en grasas de la madre desencadena que las células inmunitarias del cerebro en desarrollo de las crías de ratón macho consuman en exceso la serotonina, sustancia química que influye en el estado de ánimo, lo que provoca un comportamiento depresivo.
Los científicos sugieren que algo similar puede ocurrir en los seres humanos.
Afirman que, si bien tener o adquirir sobrepeso durante el embarazo puede tener riesgos potenciales para la salud de las madres, también hay indicios de que puede inclinar la balanza para que sus hijos desarrollen trastornos psiquiátricos como el autismo o la depresión.
Ambos trastornos suelen afectar más a un género que al otro.
Sin embargo, se desconoce cómo la acumulación de tejido graso en la madre podría señalar a través de la placenta de forma específica al sexo y reorganizar el cerebro de la descendencia en desarrollo.
Para examinar esto, los investigadores de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, estudiaron ratones preñados con una dieta alta en grasas.
Las personas con trastornos del estado de ánimo como la depresión suelen perder el interés por las actividades placenteras, según los expertos.
Para los ratones, una actividad innatamente placentera es beber agua con azúcar.
Dado que los animales sorben preferentemente agua azucarada en lugar de agua corriente cuando se les da a elegir, se midió su preferencia por la bebida como una estimación de la depresión.
El estudio descubrió que los machos, pero no las hembras, nacidos de madres con una dieta alta en grasas carecían de preferencia por el jarabe simple frente al agua del grifo.
Esta depresión parecida a la de los roedores sugirió a los investigadores que la nutrición de la madre durante el embarazo podría haber cambiado el cerebro de sus hijos varones durante el desarrollo.
Los investigadores descubrieron que los ratones machos deprimidos de madres con una dieta alta en grasas tenían menos serotonina en su cerebro tanto en el útero como en la edad adulta, lo que sugiere que estos impactos tempranos tienen consecuencias de por vida.
El estudio también investigó las células inmunitarias residentes en el cerebro: la microglía.
Descubrió que los varones nacidos de madres con dietas altas en grasas tenían la microglía repleta de más serotonina que los nacidos de madres con una dieta típica.
Los autores sugieren que la elevada acumulación de grasa durante el embarazo envía de alguna manera señales a la microglía a través de la placenta masculina, pero no de la femenina, y les ordena consumir en exceso células de serotonina.
Sin embargo, la forma en que la grasa puede enviar señales a través de la barrera placentaria sigue siendo un misterio, pero una de las ideas era que las bacterias eran las culpables.
El investigador postdoctoral de Duke Alexis Ceasrine, dijo: “Hay muchas pruebas de que cuando se come una dieta alta en grasas, en realidad se termina con endotoxemia.
“Básicamente significa que tienes un aumento de bacterias circulantes en la sangre, o endotoxinas, que son sólo partes de bacterias”.
Examinando esto, los científicos encontraron que las dietas altas en grasas durante el embarazo aumentaron los niveles de endotoxinas en la placenta y en el cerebro en desarrollo de sus hijos
Para comprobar si esto también puede ocurrir en los seres humanos, los investigadores analizaron el tejido cerebral de la placenta y del feto en un estudio anterior.
Al igual que observaron en los ratones, descubrieron que cuanta más grasa se medía en el tejido placentario humano, menos serotonina se detectaba en los cerebros de los machos, pero no de las hembras.
Los hallazgos podrían ayudar algún día a orientar a los médicos y a los padres en una mejor comprensión, y posible tratamiento o prevención, de los orígenes de algunos trastornos del estado de ánimo.
La investigación se publica en Nature Metabolism.
Neena Modi, catedrática de medicina neonatal del Imperial College de Londres, dijo: “Este estudio controlado con ratones indica una relación causal entre la dieta materna rica en grasas y los efectos neuroconductuales en la descendencia, e identifica una vía biológica.
“La exploración paralela en tejido humano sugiere hallazgos similares y abre una vía para identificar posibles dianas terapéuticas que podrían bloquear o reducir los efectos nocivos”.
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