Unos británicos exuberantes y ebrios mostraron a los Grammy cómo deben hacerse las galas de premios

Mos premios de la música han sufrido una crisis de identidad en los últimos años. En Estados Unidos, el reciente anuncio de que los Grammys se retrasaban de enero a abril fue recibido por un ensordecedor coro de indiferencia. El año pasado, la audiencia televisiva de los Grammy se redujo a más de la mitad, pasando de 18,7 millones en 2020 a sólo 8,8 millones, lo que la convierte en la emisión de los Grammy menos vista de todos los tiempos.

Si están buscando inspiración para renovar el programa este año, hay muchas pistas que podrían tomar de los exuberantes, ebrios y festivos Brit Awards de anoche. El presentador Mo Gilligan, que sustituyó a Jack Whitehall, marcó la pauta dejando de lado el tono chistoso de años anteriores para dar paso a un estilo relajado, que hizo que la noche más importante de la música británica se sintiera como una noche divertida y con mucho alcohol.

Podría decirse que eso es algo que los británicos (y los británicos que asisten a ellos) siempre han hecho mejor que sus homólogos estadounidenses. El año pasado, Ed Sheeran -que sabe un par de cosas sobre las galas de premios- lamentó el hecho de que las ceremonias estadounidenses como los Grammy y los premios MTV no suelen ser muy divertidas para los artistas que asisten.

“La sala está llena de resentimiento y odio hacia todos los demás y es un ambiente bastante incómodo”, dijo el artista de 30 años al programa de entrevistas canadiense The Julia Show. “Hay mucha gente que quiere que los demás fracasen y eso no me gusta. Todos los artistas son gente dulce, pero están rodeados de séquitos que quieren que ganen también, así que es un artista rodeado de diez personas y otro artista rodeado de diez personas y todos se miran de reojo.”

Sheeran explicó que los Brit Awards funcionan en parte porque los artistas asistentes están más relajados. “En Inglaterra, nuestras galas de premios son como, todo el mundo se emborracha y a nadie le importa realmente quién gana o pierde”, dijo. “Es simplemente una especie de buena noche”.

Además de reducir la competitividad, los Grammy podrían inspirarse en la decisión de los británicos de modificar las categorías de sus premios. Este año, por primera vez, los Brits se entregaron en grupos sin género, como Artista del Año y Mejor Grupo. La decisión ha sido recibida con elogios generalizados, aunque -como bromeó Gilligan al principio de la noche- “es genial para todos, excepto para los artistas masculinos que se dan cuenta de que se enfrentan a Adele”. Su chiste resultó premonitorio, ya que Adele arrasó en las cuatro categorías en las que estaba nominada.

Los Grammy necesitan un cambio de rumbo. En los últimos años, artistas como Snoop Dogg, Kanye West, Drake y The Weeknd han boicoteado los premios por la falta de reconocimiento a los artistas negros en las principales categorías. La última vez que un álbum de hip-hop ganó el premio al Álbum del Año fue en 2004, cuando Outkast Speakerboxxx / The Love Belowde Outkast, se llevó a casa el máximo galardón. En 2021, el artista canadiense The Weeknd acusó a los organizadores de corrupción por no haber recibido ni una sola nominación, a pesar de tener el single más vendido del año anterior con “Blinding Lights”. Posteriormente, ordenó a su discográfica que no incluyera su música en todas las futuras ediciones de los Grammy. Frank Ocean ha adoptado una postura similar, y no ha presentado ninguna de sus músicas para su consideración desde 2017. Ampliar las categorías de los Grammys podría ser un paso importante para revitalizar los premios en su conjunto.

Por otra parte, quizás la mejor manera de dar al público lo que realmente quiere es inspirarse en el discurso de aceptación de Little Simz como Mejor Artista Nuevo. La rapera de “Introvert” estuvo acompañada en el escenario por su madre mientras recogía el premio, lo que llevó a más de un grupo de asistentes a buscar pañuelos de papel. Resulta que el secreto de un momento realmente conmovedor en una entrega de premios puede ser tan simple como un padre orgulloso en la primera fila, viendo los sueños de su hijo hacerse realidad.