Dir: Lena Dunham. Protagonistas: Bella Ramsey, Andrew Scott, Billie Piper, Joe Alwyn, Dean-Charles Chapman, Ralph Ineson, Isis Hainsworth, Russell Brand. 12A, 108 minutos.
En la adaptación de Lena Dunham de la novela infantil noventera de Karen Cushman, conocemos a una joven doncella en la década de 1290, Lady Catherine alias Birdy (Bella Ramsey). Es dulce, bulliciosa y totalmente alegre cuando se trata de sus privilegios. Acomodada en un carro de obrero, de camino a ver a su amiga Aelis (Isis Hainsworth), se pregunta cómo debe ser la vida de la clase campesina. Los encuentra exquisitamente fascinantes, “tan simples… tan apasionados… tan desdentados”.
Catherine Called Birdy, emparejado con Palo afilado, aún inédito en el Reino Unido, forman los primeros largometrajes de Dunham desde el de 2010 Tiny Furniture. Ha vuelto y se ha armado hasta los dientes con el ennui milenario, sus marcas habituales retocadas sólo para adaptarse a su público adolescente. La honestidad está ahí. El ingenio acerado. El olvido semi-intencionado que la ha convertido en una figura tan polarizante.
Birdy, en muchos sentidos, es básicamente una Hannah Horvath de tamaño pequeño, el alter-ego de Dunham en la pantalla y la protagonista de facto de Girls. Ambas luchan con las inseguridades que se derivan de no estar nunca a la altura de las expectativas tradicionales de la feminidad. Ambas se niegan a considerar que las bendiciones y las cargas que llevan pueden no ser compartidas universalmente entre sus conocidos.
Piensa en Birdy, sin embargo, como Horvath vía Bravede la princesa Mérida. Gracias a los muchos caprichos de su padre, Lord Rollo (un maravillosamente temerario Andrew Scott) -compró un tigre que apareció muerto-, Birdy debe casarse para salvar la fortuna de la familia. La idea le repugna y, cuando la llegada de su periodo acelera ese temido destino, se mete rápidamente sus trapos ensangrentados entre las tablas del suelo del retrete del castillo. Pronto es atrapada. Luego viene el trabajo hábil de parecer tan gremlin como para asustar a todos los posibles pretendientes.
“Somos personas. Y podemos pensar, oír y sentir”, ruge nuestra heroína en su inevitable lucha final contra la misoginia. Ramsey lleva ese desafío maravillosamente, coloreando a su Birdy con la suficiente ingenuidad como para que los insultos más duros de su personaje queden desbaratados (en un momento dado, llama a su hermano “traficante de muertes”).
Pero, incluso teniendo en cuenta la franqueza con la que la película aborda la menstruación y el parto, es difícil imaginar que los mismos preadolescentes criados con una dieta constante de princesas empoderadas encontrarán Catherine Called Birdy una revelación feminista. Dunham ha hecho varios cambios clave en la historia original. El único logro es despojarse de las intenciones originales de Cushman de explorar los sacrificios y compromisos que las mujeres a lo largo de la historia se han visto obligadas a hacer. Aquí, tenemos la iteración más fácil de digerir y de chocar los puños del poder de las chicas, con la banda sonora de Misty Miller con sus versiones de ensueño de “Girl on Fire” y “My Boyfriend’s Back”.
Al igual que en la serie de HBO de Dunham, muchos de Catherine Called Birdyse refieren en realidad a sus personajes masculinos (Chicasdespués de todo, presentó al mundo a Adam Driver). Rollo, aunque deplora que su hija esté “a un paso de ser leprosa”, la adora de verdad, pero no ve ninguna salida a su miseria que no pase por venderla como si fuera ganado. Su apuesto tío George (Joe Alwyn), que luchó en las Cruzadas y tiene todos los dientes, llega con la cansada resolución del héroe de pueblo destinado a decepcionar. Hay una contradicción convincente aquí: estos hombres son simultáneamente golpeados por las expectativas patriarcales mientras sirven como sus ejecutores, aunque sean reacios. En otras palabras… Otro siglo, la misma Lena Dunham.
‘Catherine Called Birdy’ está en cines desde el 23 de septiembre y llega a Prime Video el 7 de octubre
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