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Crítica de I Wanna Dance with Somebody: El primer biopic autorizado convierte a Whitney Houston en un producto

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Cuando Whitney Houston murió en 2012, en un ahogamiento accidental relacionado con las drogas a los 48 años, la búsqueda de una explicación adquirió un cariz desesperado. Su círculo íntimo publicó memorias que lo contaban todo. Documentales – 2017 Whitney: ¿Puedo ser yo? y 2018 Whitney entre ellas- funcionaban más como sondas espaciales. Una serie de Lifetime dirigida por Houston Waiting to Exhale Angela Bassett, coprotagonista de Houston, resultaba sincera pero ligera. La mayoría de ellas situaban a Houston como un Ícaro que volvía a la Tierra en picado, con una atención exagerada a sus últimos años de adicción, su desvanecimiento vocal y su dominio de los tabloides.

Se había convertido en uno de los muchos cuentos con moraleja que rondan los márgenes de la cultura pop, todo ello a expensas de ese talento milagroso que una vez le valió el apodo de “La Voz”. Así que es difícil culpar Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebodyla primera película biográfica autorizada por sus herederos, por su intento de recentrar su legado. Lo primero que oímos es “The Voice”, esa soprano de terciopelo, que suena en los títulos iniciales. También son las últimas palabras que vemos en pantalla antes de los créditos. Pero se trata de una causa noble, socavada por impulsos más cínicos y capitalistas. La película es sólo uno de los pasos de una amplia reestructuración empresarial que ha llevado a la propiedad de Houston a asociarse con la empresa de gestión Primary Wave. Ahora hay figuras Funko POP, clases de Peloton y una línea de cosméticos MAC.

Quiero bailar con alguiense trata menos de la verdad y el arte que del control: sus intenciones quedan claras con la contratación de Bohemian Rhapsody guionista Anthony McCarten, que difamó el estatus de Freddie Mercury como icono queer para pintar a los miembros vivos de Queen bajo una luz más positiva. Su tratamiento de Houston es, al menos, más respetuoso, pero la fórmula de su guión, que va de la cuna a la tumba, parece una oración interminable de detalles biográficos. La película se detiene en su interpretación del himno nacional de Estados Unidos en la Super Bowl de 1991 cuando ya ha transcurrido la mitad del tiempo, para luego distraerse con los horribles aviones de combate CGI que sobrevuelan el escenario. Su amistad con Guardaespaldas Kevin Costner, quien le propuso cantar “I Will Always Love You”, es descartada casi exclusivamente para evitar encontrar un doble de Costner.

Es un auténtico desperdicio del talento que hay aquí delante y detrás de la cámara. Naomi Ackie, nacida en Walthamstow, más conocida por sus papeles en The End of the F***ing World y Star Wars: El Ascenso de SkywalkerEn el mejor de los casos, su papel de Houston la habría catapultado a la fama. Aunque su propia voz de cantante es sustituida en gran medida (y lógicamente) por la de Houston, está claro que está haciendo el duro trabajo de excavar en el espacio entre la imitación directa y la evocación de algo más grande, y más simbólico. Interpreta a Houston como alguien dispuesto a vivir al servicio total de su don. Pero la película apenas la deja respirar. La directora Kasi Lemmons y el director de fotografía Barry Ackroyd hacen todo lo posible por encontrar esa emoción en el trabajo de cámara, pero la ternura con la que está encuadrada nunca parece suficiente.

La película comienza en 1983, en Nueva Jersey, y su descubrimiento por parte del fundador de Arista Records, Clive Davis (Stanley Tucci). Davis, productor de la película, mantiene una presencia serena y paternal en todo momento. Se describe la relación sentimental de Houston con Robyn Crawford (Nafessa Williams), su directora creativa durante muchos años, así como la decisión de la cantante de ponerle fin por miedo al escrutinio público y, como da a entender la película, a las propias creencias homófobas de su familia. Pero nunca supimos mucho más de Robyn. Lo más preocupante es que blanquea las acusaciones de Houston de que Bobby Brown (Ashton Sanders) abusaba de ella durante su matrimonio. En lugar de eso, simplemente se nos lleva al siguiente acontecimiento, a la siguiente línea de su página de Wikipedia. Quiero bailar con alguien despoja a Houston de su desordenada y hermosa humanidad. Todo lo que ofrece en su lugar es un producto para comercializar.

Dir: Kasi Lemmons. Protagonistas: Naomi Ackie, Stanley Tucci, Nafessa Williams, Tamara Tunie, Ashton Sanders, Clarke Peters. 12A, 144 minutos.

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