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George Orwell 1984 hizo lo que ninguna otra novela había hecho antes: predijo la forma del mundo político que vendría. La materialización de sus predicciones puede haber llegado un poco tarde, pero el Gran Hermano advertía con precisión los estados de vigilancia que vemos ahora en China y en partes cada vez mayores de Occidente, mientras que Rusia encarna ahora el estado de Orwell en el que se puede hacer que la población invierta unánimemente sus lealtades políticas con sólo pulsar un interruptor.
The Handmaid’s Tale se une ahora a 1984 como una profecía inquietantemente convincente. La novela clásica de Margaret Atwood se publicó hace 37 años, pero ha llegado al torrente cultural de Occidente gracias a diversos factores, como películas, puestas en escena en todo el mundo, una adaptación televisiva de larga duración y la muy recuperada versión operística del compositor danés Poul Ruders. Entretanto, incluso el uniforme velado de las víctimas se ha puesto de moda, y los grupos feministas celebran ahora “fiestas de las siervas”.
La directora artística de la English National Opera, Annilese Miskimmon, que ha redirigido la versión original de la ENO de la obra de Ruders, detalla las estomagantes formas en que el mundo real ha alcanzado a la funesta fantasía de Atwood.
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