Demasiado arriesgado o demasiado soso: ¿Por qué El amante de Lady Chatterley nunca ha funcionado realmente en la pantalla?

Anformación sobre la nueva versión de Netflix de El amante de Lady Chatterleyque se estrenará a finales de este año, es escasa. Sabemos que Emma Corrin (la princesa Diana de La Corona) interpretará a Lady Constance Chatterley y que la antigua Skins Jack O’Connell es el fornido guardabosques Oliver Mellors, con el que tiene un tórrido romance. La película está dirigida por Laure de Clermont-Tonnerre a partir de un guión de David Magee, quien, un poco incongruentemente, también escribió Mary Poppins Returns.

Es de suponer que habrá algo de sexo en el bosque. La Connie de Corrin, como todas las anteriores Lady Chatterleys, se verá sacudida cuando tenga esa “experiencia visionaria”, como la llama Lawrence, de ver a Mellors “desnudo hasta las caderas”, lavándose fuera de su casita. Hay algo en un guardabosques desnudo que hace aflorar los instintos animales del aristócrata.

Lo hemos visto antes en la pantalla. Ahí está Joely Richardson besuqueando a Sean Bean en la serie televisiva de Ken Russell de 1993; Holliday Grainger espiando a Richard Madden en el drama de la BBC de 2015; la legendaria estrella del cine francés Danielle Darrieux en la versión francesa de 1955 besándose apasionadamente con el actor italiano Erno Crisa; Emmanuelle estrella Sylvia Kristel en la vaporosa adaptación británica de 1981 retozando con un bigotudo Nicholas Clay; y Marina Hands acariciando amorosamente a Jean-Louis Coulloc’h como el guardabosques, en la película francesa de Pascale Ferran, que ganó el Premio César a la Mejor Película en 2007.