El hype de Harry es real. Para su primer día de vuelta en tres años, Coachella ha sido absolutamente un zumbido de alegría ante la perspectiva de que la ex estrella de One Direction haga su debut como cabeza de cartel del festival de California. A punto de lanzar su tercer álbum, Harry’s House, una referencia no tan sutil a la canción de Joni Mitchell “Harry’s House/Centerpiece”, de su álbum de 1975 El silbido del césped de verano, el cantante pop recurre a referencias sonoras tan calculadas como sus atuendos. Es tanto una musa de Gucci y de la diseñadora británica Molly Goddard como una urraca musical, con influencias que van desde David Bowie hasta Elton John y Fleetwood Mac. Su música, que cambia de forma, está hecha para escenarios abiertos y audiencias masivas.
Esta noche, el público es el más numeroso de todo el día, y Styles está resplandeciente con un gigantesco abrigo mullido que parece un avestruz desplumado. A mitad de su canción de apertura, la nueva “As It Was”, se quita el abrigo. Styles es ahora una bola de espejos humana con un mono de lentejuelas sin mangas -que apenas le cubre los pezones, pero que deja a la vista su erizado escote y sus brazos fuertemente tatuados- y un par de tacones cubanos. Todo es muy, muy Freddie Mercury.
“Buenas noches”, ofrece con seriedad. “Me llamo Harry. Es un placer estar aquí esta noche”. La charla, ciertamente, tiene un toque de queso al final del camino: muchas referencias a “dar el 200 por ciento” y cómo “tenemos algunos viejos y algunos nuevos y algunas sorpresas”. Pero no cabe duda de que las sorpresas están a la orden del día. No contento con sorprender a los fans de la vieja escuela -que evidentemente son muchos- tocando el éxito de One Direction de 2011 “What Makes You Beautiful”, también saca a Shania Twain. La superestrella del country lleva aún más purpurina que Styles y, con su minivestido de lentejuelas y sus botas blancas Gogo, procede a cantar “Man! I Feel Like A Woman!” mientras Styles se une de vez en cuando. La mayoría de las veces se limita a mirar con adoración.
Mientras se sienta en un taburete, Twain también interpreta su éxito de los noventa “Still the One”, pero no antes de que los dos compartan algunos halagos. “En el coche con mi madre cuando era niño, esta señora me enseñó a cantar”, dice Styles. “También me enseñó que los hombres son basura”. Luego es el turno de Twain: “Me he quedado sin palabras. Estoy un poco impresionado por las estrellas”. Más tarde, Styles intenta apoyarse en su evidente obsesión por Jackson Browne y James Taylor con el nuevo tema “Boyfriends”, un sensiblero número acústico sobre los hombres que dan por sentado a sus parejas, que introduce entre vítores con un elegante: “A los novios de todo el mundo, f*** you”.
Si el objetivo de Styles esta noche es transformarse de príncipe del pop a titán del rock, no lo ha conseguido. Canciones como “Watermelon Sugar” y “Adore You” son impecables, pero las líneas ensayadas y su entrega un tanto cursi carecen de la espontaneidad de un verdadero espectáculo de rock’n’roll. Sin embargo, es su brillo ilimitado lo que le convierte en una estrella.
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