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El Rey Ricardo siempre ha existido en abstracto. Probablemente habrás oído que Will Smith participa en una película sobre Venus y Serena Williams, que interpreta a su padre y que la película trata más de él que de las hermanas más famosas del mundo. Pero es menos probable que hayas visto realmente El Rey Ricardo. Es una película que primero fue eclipsada por el lanzamiento simultáneo de las memorias íntimas de Smith, y luego por los titulares sobre el desastre financiero que supuso en la taquilla. Esta descalificación no podría haber sucedido a una película menos merecedora: El rey Ricardo es mucho más compleja de lo que parece en un principio, y también está animada por el encanto y la afabilidad. También Smith merece con creces su probable victoria como mejor actor.
Interpreta a Richard Williams, un entrenador de tenis y guardia de seguridad que siempre intuyó que al menos una de sus hijas sería una sensación deportiva. Tacha eso. Él quiso que ocurriera, guiando -con niveles de convicción casi obsesivos, de sargento instructor- a la joven Venus y posteriormente a su hermana pequeña Serena hacia la gloria profesional, como si Dios le hubiera susurrado al oído una visión de sus futuros. En realidad, espera. Una jugadora de tenis dijo en la televisión que ganaba 47.000 dólares (35.000 libras) por torneo, lo que animó a Richard y le llevó a escribir un plan de 78 páginas en el que se esbozaba toda la carrera de sus hijas, entonces aún no nacidas.
A pesar de su óptica de biopic empalagoso avalado por las mujeres famosas sobre las que gira, El Rey Ricardo pasa mucho tiempo en esas aguas inciertas. Ricardo es un protagonista enigmático, un hombre que es por momentos inspirador, brillante, ignorante y mezquino. Con frecuencia socava la voz de su esposa Oracene (Aunjanue Ellis -merecidamente nominada a la Mejor Actriz de Reparto- siempre se niega a ceder ante el dominio de su marido, que se traga la habitación), y a veces parece guiarse menos por el potencial de sus hijas que por su propio orgullo.
Richard es un auténtico escaparate para el actor, ya que Smith sabe cómo manejar la agitación interior y la exageración exterior del personaje. Es su mejor interpretación en años, y una rara alquimia entre actor y personaje para una estrella que a menudo tiene dificultades para desaparecer en sus papeles.
Incluso antes de que Smith se convirtiera en sinónimo de las historias de enredos sexuales de él y su esposa Jada -no importa la reciente revelación de que una vez tuvo tanto “sexo desenfrenado” que se puso violentamente enfermo- era muy de la escuela de Angelina Jolie o Tom Cruise de las estrellas. Siempre eres consciente de alguna manera de que estás viendo actuar a un A-lister. No siempre es agobiante, pero siempre está ahí. Rey Ricardo es lo más cerca que ha estado Smith de reducir su colosal fama.
La película es también una especie de retroceso. Una historia de desventaja envuelta en un drama de carácter, que recuerda a las brillantes películas de los Oscar de antaño, y exactamente el tipo de proyecto que Hollywood ya no hace mucho. El hecho de que haya hecho unas 50 libras en la taquilla puede sugerir que no deberían hacerlo. Pero hay una encantadora dulzura en El Rey Ricardo desde su calidez visual -Los Ángeles nunca ha parecido más soleada- hasta las canciones de los años noventa de su banda sonora. Una película biográfica con un doble tono de alegría y de dureza, y que no se siente como una página de Wikipedia glorificada (mirándote a ti, Los ojos de Tammy Faye), vale la pena verlo y celebrarlo. La Academia debería seguir su ejemplo.
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