Algunas hembras de oso eligen vivir cerca de los humanos en un intento de mantenerse a sí mismas y a sus crías recién nacidas a salvo de los osos machos, según sugiere un nuevo estudio.
Los investigadores analizaron los cambios en las características del hábitat de las madrigueras utilizadas por las hembras para dar a luz a sus cachorros.
Dirigidos por expertos en conservación de la Universidad de Nottingham Trent y socios europeos, hicieron un seguimiento de las poblaciones de osos pardos en la cordillera Cantábrica, en el norte de España, durante 20 años.
Los resultados sugieren que las hembras más dominantes y experimentadas pueden ocupar de forma preventiva los mejores lugares, con buenos recursos alimenticios y a mayor altitud y cerca de terrenos escarpados.
Estas zonas les permiten alcanzar una mayor aptitud y limitan el movimiento de sus cachorros y la probabilidad de encontrarse con otros osos o personas.
Sin embargo, al aumentar el número de osos, algunas hembras se trasladaron a zonas no tan buenas, más bajas en los valles y más cercanas a fuentes de perturbación humana, como senderos y carreteras, con distancias más cortas entre las zonas de cría de los osos vecinos.
Se sabe que los osos machos, que pueden matar a los cachorros recién nacidos para que las hembras vuelvan a ser receptivas al apareamiento, se alejan de las zonas utilizadas por las personas.
Por lo tanto, acercarse a los humanos ayudaría a las madres osas a evitar encuentros peligrosos que podrían acabar mal para ellas o sus crías.
Sin embargo, estos hábitats no están exentos de peligros, y los animales corren el riesgo de chocar con la gente o incluso de ser atropellados en las carreteras.
El Dr. Antonio Uzal, experto en conservación de la fauna salvaje de la Facultad de Ciencias Animales, Rurales y Medioambientales de la Universidad de Nottingham Trent, dijo: “La restricción de la disponibilidad de hábitat puede favorecer los encuentros entre osos durante la época de celo y esto, a su vez, puede conducir a una mayor prevalencia de eventos infanticidas.
“Nuestros hallazgos pueden sugerir que algunas osas utilizaban zonas más cercanas a la actividad humana y a los asentamientos, lo que les permitiría segregarse de los osos machos adultos, que se sabe que evitan esas zonas.
“La investigación también respalda una teoría bien establecida en ecología según la cual la competencia por los territorios hace que los individuos más dominantes se queden antes con las zonas de mayor calidad, mientras que los más débiles se ven obligados a buscar hábitats que no son óptimos”.
“Sin embargo, la proximidad de los osos a la actividad humana también conlleva retos evidentes, como los posibles encuentros con personas y una mayor probabilidad de que los animales mueran en las carreteras.
“También podría ser necesario cerrar el acceso a ciertas áreas en determinados momentos del año.
“Desde el punto de vista de la conservación, nuestros hallazgos son significativos, ya que podemos identificar los hábitats críticos en ciertos períodos del año y potencialmente gestionar las actividades en estas áreas.”
El estudio se publica en la revista Mammal Research.
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