El uso frecuente de teléfonos inteligentes y tabletas para calmar a los niños pequeños alterados está relacionado con una mayor desregulación emocional a largo plazo, sobre todo en los niños, advierte un nuevo estudio.
Padres de todo el mundo dan a los niños pequeños dispositivos digitales para calmarlos cuando tienen un ataque de nervios.
Aunque el periodo de preescolar a jardín de infancia es una etapa de desarrollo en los niños en la que pueden ser más propensos a mostrar comportamientos difíciles, hacer rabietas, actuar de forma desafiante y hacer que sea aún más tentador el uso de dispositivos, los investigadores, incluidos los de la Universidad de Michigan en EE.UU., advierten de que esta estrategia puede ser contraproducente a largo plazo.
El nuevo estudio, publicado el miércoles en la revista JAMA Pediatricsadvierte de que, aunque el uso de dispositivos para calmar a los niños alterados puede funcionar a corto plazo, puede reducir las oportunidades de que los niños practiquen habilidades de afrontamiento emocional.
“El uso de dispositivos móviles para calmar a un niño pequeño puede parecer una herramienta temporal e inofensiva para reducir el estrés en el hogar, pero puede tener consecuencias a largo plazo si se convierte en una estrategia habitual para calmarlo”, afirma la autora principal del estudio, Jenny Radesky, pediatra del desarrollo conductual de la Universidad de Michigan (EE. UU.).
“Especialmente en la primera infancia, los dispositivos pueden desplazar las oportunidades de desarrollar métodos independientes y alternativos de autorregulación”, afirma la Dra. Radesky.
En el estudio, los científicos evaluaron los datos de 422 padres y 422 niños de 3 a 5 años, que participaron entre agosto de 2018 y enero de 2020, antes de que comenzara la pandemia de Covid-19.
Analizaron las respuestas de los padres y cuidadores sobre la frecuencia con la que utilizaban dispositivos como herramienta calmante, y evaluaron sus asociaciones con síntomas de desregulación emocional durante un período de seis meses.
Los investigadores descubrieron que la asociación entre el uso de dispositivos para calmar y las consecuencias emocionales era particularmente alta entre los niños pequeños y los niños que ya pueden experimentar hiperactividad, impulsividad y un temperamento fuerte que les hace más propensos a reaccionar intensamente a sentimientos como la ira, la frustración y la tristeza.
“Nuestros hallazgos sugieren que el uso de dispositivos para apaciguar a los niños agitados puede resultar especialmente problemático para aquellos que ya tienen dificultades para hacer frente a las emociones”, afirma el Dr. Radesky.
“El hábito de utilizar dispositivos para controlar el comportamiento difícil se refuerza con el tiempo a medida que también se refuerzan las demandas mediáticas de los niños. Cuanto más a menudo se utilizan los dispositivos, menos práctica tienen los niños -y sus padres- para utilizar otras estrategias de afrontamiento”, explicó.
Aunque el uso ocasional de dispositivos digitales para ocupar a los niños es realista, los científicos afirman que es importante que no se convierta en una herramienta tranquilizadora habitual.
En su lugar, la Dra. Radesky sugiere que los padres reconozcan los perfiles únicos de los estímulos sensoriales que calman a sus hijos.
Estos perfiles pueden incluir columpiarse, abrazarse o saltar en una cama elástica, aplastar masilla en las manos o escuchar música.
Dado que a los niños pequeños les puede resultar difícil pensar en conceptos abstractos como las emociones, los investigadores sugieren a los padres que utilicen “zonas de color” para ayudar a los niños a pintar un cuadro mental de cómo se sienten.
Citando un ejemplo, el Dr. Radesky dice que el azul podría codificar el aburrimiento, el verde la calma, el amarillo la ansiedad y el rojo la explosividad.
Estos códigos, dice, pueden utilizarse para transmitir a los niños pequeños que sus estados emocionales pueden estar cambiando con indicaciones como “te estás poniendo inquieto y en la zona amarilla: ¿qué puedes hacer para volver a la zona verde?”.
Los padres también pueden poner temporizadores en los dispositivos para evitar las rabietas, dando a los niños expectativas claras de cuándo y dónde se pueden usar los dispositivos, dicen los científicos.
“Todas estas soluciones ayudan a los niños a comprenderse mejor a sí mismos y a sentirse más competentes a la hora de gestionar sus sentimientos. El cuidador, que también tiene que intentar mantener la calma y no reaccionar de forma exagerada ante las emociones del niño, tiene que repetir las cosas, pero esto ayuda a desarrollar habilidades de regulación de las emociones que duran toda la vida”, afirma el Dr. Radesky.
“Por el contrario, utilizar un distractor, como un dispositivo móvil, no enseña ninguna habilidad, sino que distrae al niño de lo que está sintiendo. Los niños que no desarrollan estas habilidades en la primera infancia son más propensos a tener problemas cuando están estresados en la escuela o con sus compañeros a medida que crecen”, añadió.
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